Actualizada a las 12:20

Como consecuencia de la explosión en el puerto de Beirut que dejó decenas de muertos y miles de heridos, el primer ministro libanés, Hassan Diab, anunció este lunes la dimisión de su gobierno.

El jefe del gobierno, que se presenta como independiente, culpó a la clase política tradicional de su fracaso, arremetiendo contra la "corrupción" que llevó a este "terremoto que golpeó al país". "Hoy, anuncio la dimisión de este gobierno", dijo en un discurso televisado dirigido a los libaneses.

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Durante una reunión del gabinete, "la mayoría de los ministros estaban a favor de una renuncia", según Vartiné Ohanian, ministro de Juventud y deportes.

Esta renuncia no daría satisfacción al movimiento de protestas que pide la salida de toda la clase política acusada de corrupción e incompetencia.

Cuatro miembros de su gabinete ya habían dimitido el domingo, después de la explosión del 4 de agosto que provocó la muerte de al menos 160 personas y 6000 heridos y reactivó las protestas populares.

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Casi una semana después de la explosión, las autoridades libanesas acusadas de corrupción e incompetencia por la ciudadanía aún no respondieron con claridad a la pregunta que se hace todo el mundo: ¿por qué una enorme cantidad de nitrato de amonio se encontraba almacenada en el puerto de la capital libanesa?

Fue un incendio en este depósito donde estaban almacenadas 2750 toneladas de nitrato de amonio desde hace seis años sin "medidas de precaución", según reconoció el primer ministro Hassan Diab, lo que provocó la catástrofe.

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Sin embargo, el presidente libanés, Michel Aoun, cada vez más criticado, se opone a una investigación internacional y las autoridades no comunicaron los resultados de su investigación.

Tras las tensas manifestaciones de sábado y domingo, los ministros de Finanzas, Ghazi Wazni, y de Justicia, Marie-Claude Najm, anunciaron este lunes su dimisión, lo que eleva a cuatro las renuncias de integrantes del ejecutivo después del siniestro.

El domingo ya habían anunciado su marcha del ejecutivo la ministra de Información, Manal Abdel Samad, y el de Medio Ambiente, Damianos Kattar. Nueve diputados también renunciaron a su cargo.

"Las dimisiones de ministros no son suficientes. Deben rendir cuentas", asegura Michelle, una joven manifestante que perdió una amiga por la explosión. "Queremos un tribunal internacional que nos diga los motivos de su muerte, ya que ellos (autoridades libanesas) quieren disimular lo que sucedió".

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El momento representa el dilema político que vive Líbano. Desde octubre, ha habido enormes manifestaciones para exigir la salida de todo el liderazgo basado en sectarismo por la arraigada corrupción, incompetencia y mala administración.

Sin embargo, la oligarquía gobernante se ha mantenido en el poder durante tanto tiempo — desde que terminó la guerra civil en 1990 — que es difícil encontrar una figura política creíble sin vínculos con ellos.

Aunque la renuncia de Diab parecía inevitable tras la catástrofe, parecía poco dispuesto a salirse y hace tan solo dos días dio un discurso televisado en el cual ofrecía quedarse durante dos meses para permitir que varias facciones llegaran a acuerdos para las reformas. Sin embargo, la presión al interior de su gabinete pareció ser demasiada.

El gobierno de Diab fue formado después de que su predecesor, Saad Hariri, renunciara en octubre en respuesta a las manifestaciones. Pasaron meses de disputas entre las facciones de liderazgo antes de que escogieran a Diab.

Búsqueda de sobrevivientes está detenida

En las protestas del fin de semana, reprimidas por las fuerzas de seguridad, los manifestantes clamaban venganza contra una clase política acorralada.

"Todos quiere decir todos", gritaban los manifestantes que desconfían de la clase política en su conjunto y que no piden la convocatoria de nuevas elecciones en un país cuyo sistema electoral y su tradición política comunitaria benefician a los partidos tradicionales, entre ellos el movimiento chiita Hezbolá.

En el lugar de la explosión, los socorristas perdieron la esperanza de encontrar a nuevos supervivientes. Quedan menos de 20 personas desaparecidas, según las autoridades.

"Exigimos que continúe la búsqueda de supervivientes", afirmó en las redes sociales Emilie Hasrouty, cuyo hermano, de 38 años, trabajaba en el puerto y se encontraría bajo los escombros.

Ayuda internacional de $250 millones

Habitantes de Beirut encendieron velas el domingo por la noche para homenajear a las víctimas.

Al mismo tiempo se produjeron enfrentamientos violentos en el centro de la capital, por segundo día consecutivo, entre manifestantes y la policía, que lanzó gases lacrimógenos y balas de goma.

La tragedia de la semana pasada dio fuelle al movimiento de indignación que había surgido el 17 de octubre de 2019 en Líbano para denunciar la corrupción de la clase política, pero que desertó las calles con la pandemia del nuevo coronavirus.

La comunidad internacional, que exige desde hace años a Beirut reformas y luchar contra la corrupción, volvió a mostrar el domingo su desconfianza hacia las autoridades libanesas.

Una videoconferencia de donantes presidida por Francia y la ONU, recaudó 252,7 millones de euros (297,23 millones de dólares) de ayudas que serán distribuidas directamente a la población. (I)