Dentro de un sofocante pabellón sin electricidad y con un hedor a excrementos humanos, algunos hombres detenidos en una cárcel para inmigrantes en Luisiana golpeaban las ventanas y rogaban que les permitieran salir. Habían pasado casi dos días desde que el huracán Laura provocó un apagón que afectó su pabellón, según dos de los detenidos.