La curiosidad no mató ningún gato, fue la cautela.

El origen de la frase es anglosajón. Y –en realidad mitad leyenda, mitad origen apócrifo– era “care killed the cat” (la cautela mató al gato).

La curiosidad, au contraire, es necesaria para sobrevivir.

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Para entender el mundo circundante, su cerebro busca construir significados ante los estímulos internos y externos.

Cuando la información sensorial que recibe está incompleta, su cerebro busca respuestas. Incluso “para cuestiones poco importantes”, dice George Lowenstein –profesor de psicología especializado en curiosidad humana–.

¿Por qué somos curiosos?

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Desde muy pequeños –a partir de los dos años y hasta cumplir cinco– los chicos harán unas 40 000 preguntas buscando entender los porqués de las cosas.

¿Por qué queremos entender los porqués?

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Porque, en palabras de Will Storr en The Science of Storytelling (2019), “el mundo que experimentamos allá afuera es realmente una reconstrucción de la realidad creada dentro de nuestra cabeza. Es un acto de creación del cerebro storyteller”.

Esos significados (creados para entender el mundo) pueden construirse como un pensamiento, una percepción, un patrón o una emoción. Dentro de una historia.

Usted experimenta su vida como un valeroso héroe (heroína) en una trama que se desdobla a diario mostrando posibilidades de acción. Y la meta es el control.

Cuando pierde el control, usted busca adaptar los significados de las cosas a una narrativa personal que recupere el control (o construya la ilusión de recuperarlo). Viktor Emil Frankl, en El hombre en busca de sentido escribió: "El hombre es un ser que puede acostumbrarse a cualquier cosa”.

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Enfrentados “incluso con las preguntas más profundas sobre la realidad, los cerebros humanos tienden hacia las historias”, dice Storr.

¿Por qué?

Las historias –el storytelling– tienen una estructura causal. Causa y efecto es fundamental en el proceso de entender el mundo. Por eso, su cerebro genera conexiones causa-efecto de manera automática.

Hagamos el experimento de Daniel Kahneman:

Bananas. Vómito.

“Luego de leer ambas palabras su cerebro automáticamente asumió una secuencia temporal y una conexión causal”, dice el autor de Thinking, Fast & Slow. Las bananas le produjeron una sensación (significación) desagradable.

A partir de Bananas. Vómito. usted seguramente ya construyó algunas historias.

¿Por qué?

Para entender el significado de la relación.

¿Por qué?

Para aprender. Construir algún patrón.

¿Por qué?

¿Qué tal si le preguntamos al gato que está muerto de curiosidad?