Una de la historias más cruentas ocurrió en Pakistán hace 20 años, cuando Javed Iqbal y tres adolescentes mataron a 100 niños para vengarse de la Policía local.

Este hombre, conocido como el "monstruo de Lahore", violó, mató y descuartizó a menores que vagaban por las calles de Lahore, diciendo que lo hacía para 'demostrar' la ineficacia del sistema.

Cuando fue detenido y juzgado, se lo sentenció a la pena capital, pero murió antes en la prisión. Lo encontraron colgado de la sábana, pero luego se observó que también tenía golpes, sin embargo, al final pusieron suicidio en su acta de defunción.

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Javed Iqbal nació en el seno de una familia grande y acomodada que vivía del comercio. Pertenecía a la orden sufí Chishti Sabri, que es una rama más espiritual y menos estricta de la tradición del Islam, según narra el diario español La Vanguardia.

De niño fue elegido por un llamado santo que peregrinaba en Karachi y desde entonces empezó a tener visiones y la atención en él creció hasta tener adeptos que le pedían consejos y escuchaban sus historias. Como resultado desarrolló una personalidad algo egocéntrica.

Sin embargo, igual iba a clases y, según las personas que lo conocían, tuvo un profesor que de muchos castigos le generó mucho resentimiento y frustración. Lo que hizo que pasara de ser un adolescente comunicativo a un muchacho aislado.

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Ya en la universidad comenzó a estudiar periodismo, pero tras sentir tendencias homosexuales no pudo con su presente y se retiró, volcándose en el estudio de la Biblia y otros textos religiosos.

Luego se convirtió, aparentemente, en un protector de niños de la calle. Pero su labor escondía las malas intenciones de un depredador y pederasta.

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Su familia lo presionaba para que contrajera matrimonio y terminó casándose con una chica de 17 años, quien tras tener un hijo con él lo dejó acusándolo de sodomizar a otro niño de la calle. Nadie investigó las acusaciones hasta que en 1990 fue apresado por abusar de otro menor porque fue descubierto por el padre de este.

Pese a lo sucedido salió en libertad con la ayuda del dinero de su familia. Lo mismo ocurrió en otras dos ocasiones, cuando pagó cuantiosas multas con el dinero que le dejó de herencia su padre.

En 1998 fue apaleado por varios menores y quedó con secuelas físicas. La Policía nunca dio con ellos. Esto más la muerte de su madre hizo que desarrollará un sentido de venganza y se convirtió en asesino. Por ello, según sus propias palabras, hizo un plan para matar a 100 niños de forma metódica, luego confesar y suicidarse.

Su supuesta intención era 'demostrar' que el sistema era corrupto e ineficaz.

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Consiguió la ayuda de tres niños y adolescentes, a los que convenció con regalos y dinero, para que otros menores no desconfíen de él, quien entonces tenía un local de videojuegos y dulces.

En noviembre de 1999 Iqbal supuestamente alcanzó la cifra que decía y envió una carta a la policía en que contaba todo y pedía que lo detuvieran. Las autoridades no tomaron en serio la carta.

Un mes después mandó una segunda carta a un diario, Daily Jang, con los nombres de los niños.

“Estoy pensando declararme culpable en nombre de mis amigos y asumir en soledad el castigo impuesto, ya que fui yo quien les pidió que me ayudaran en este plan maestro.Espero tener éxito en mi propósito con la gracia de Dios, Amén”, decía la misiva.

Un día después se entregó en una comisaría y luego la Policía fue a su casa y encontró todas las pruebas, incluyendo partes de cuerpos.

Pese a decir no sentir remordimientos, en el juicio terminó por declararse inocente.

"Javed Iqbal ha sido encontrado culpable de 100 asesinatos. La sentencia es que debe ser estrangulado 100 veces en Minar-e-Pakistán. Su cuerpo será cortado en 100 trozos y puesto en ácido como él hizo con sus víctimas. Morirá delante de los padres cuyos hijos ha asesinado”, afirmó el juez Allah Bakhash.

El Consejo de Ideología Islámica revocó el veredicto, argumentando que profanar el cadáver de un condenado va en contra de la enseñanza islámica, y se le impuso 700 años de cárcel.

Cuatro días después de la sentencia, en octubre de 2001, fue encontrado colgado en su celda. (I)