AZOGUES

Miguel vio la muerte de frente, pero supo enfrentarla en su ruta hacia Estados Unidos. El azuayo llegó desde México a Ecuador hace dos semanas luego que el periplo por el desierto pudo más que su físico y voluntad para arribar al país norteamericano. Hoy está endeudado por $ 17.000 y aunque no sabe de dónde sacará ese dinero, ofreció su testimonio con el fin de llamar a que otros compatriotas eviten viajar irregularmente.

El 15 de mayo pasado, Miguel salió desde el cantón azuayo Paute hacia Guayaquil y de ahí viajó en avión hacia Cancún. Llegó directo al país azteca que hasta esa fecha no requería visa a los ecuatorianos para ingresar a su territorio. En las negociaciones previas el coyote le ofreció cruzar la frontera luego de caminar solo un día en el desierto. Al final fueron cuatro, pero para él parecieron mil por las extremas condiciones de calor en el día y frío en las noches. Sumado ello, sufría la carencia de agua, ampollas en los pies, alucinaciones y la desesperación lo llevó hasta tener ganas de terminar con su vida. Pero lo que finalmente lo salvó fue un mensaje desde su teléfono celular, el último antes de que se acabe la batería.

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Aunque está endeudado y sin trabajo estable, Miguel se atrevió a dar su testimonio porque asegura que la vida le dio una nueva oportunidad. Tampoco tiene un panorama claro para salir adelante, pero eso, por ahora, pasa a un segundo plano porque anhela que la experiencia que vivió no se repita con nadie.

En México, los coyotes lo llevaron hasta Agua Prieta, ciudad del estado de Sonora que limita con Estados Unidos. El plan por el que pagó desde Ecuador era saltar el muro y de ahí caminar un día. Pero aquel fue el día más largo de su vida porque no duró 24 horas, sino 96. Aunque tenía un poco de fuerzas para avanzar, lo que más lo intranquilizó fue la falta de agua y cuando le preguntaba al coyote ¿cómo iban a avanzar?, escuchaba como respuesta del traficante: “Eso no me importa, si te mueres no es problema mío”.

En esos momentos, cuando todo era desesperanza, confesó que incluso pensó en suicidarse por efecto de las alucinaciones. Pero sacando fuerzas de flaqueza, Miguel y dos compañeros avanzaron hasta un camino y a las 06:00 tomó su teléfono celular para llamar al 911 de México, sin embargo, no recibió respuesta. Y aunque no perdió la esperanza tomó nuevamente su móvil para enviarle un mensaje a su hermano pidiéndole perdón porque “no cumplió el objetivo y que les quería mucho”, entonces lo apagó para guardar batería. Volvió a encender el dispositivo a las 16:00 y recibió una llamada desde la oficina de Cancillería en Azogues. Desconcertado, no sabía cómo se habían enterado de que estaba “botado en el desierto”, luego le explicaron que su familia les proporcionó la información sobre su caso.

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La señal de Internet era deficiente, pero de pronto logró enviar su ubicación por WhatsApp y cuando escuchó “ya lo tenemos” fue una alegría. Enseguida fue ubicado por la patrulla fronteriza a quienes les contó lo sucedido. Luego lo trasladaron a un retén, pero finalmente lo dejaron en México. Aunque pidió ser deportado a Ecuador, los uniformados le dijeron que él mismo regresara por donde vino.

Segundo intento

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Como seguía en México hizo un segundo intento por llegar a Estados Unidos. Lo llevaron a Ciudad Juárez, en donde luego de pasar dos meses encerrado en una bodega con engaños fue llevado a una estación de tren. La idea era llevarlos debajo del transporte, entre los rieles y el motor, porque los coyotes decían que ahí no les detectan. Un grupo salió antes que el de Miguel, pero al percatarse de que era demasiado riesgoso, se rindió y decidió regresar a su país natal.

Así, nuevamente se contactó con su familia en Azuay, quienes juntaron algo de dinero para comprarle un pasaje de avión y que retorne al país. Acá, con su familia intenta salir adelante para pagar los $ 17.000 que le costó el viaje y que fue pedido en préstamo a una cooperativa de ahorro y crédito local.

Después de esos tres meses de peripecias, su mensaje es que estos viajes son peligrosos y no vale perder la vida por dinero. Ahora también agradece el trabajo de los funcionarios de la Zonal 6 de la Cancillería, que no lo dejaron desprotegido desde el momento que lo contactaron en medio del desierto.

En los últimos días en Cuenca se realizó un encuentro nacional sobre movilidad humana, con el enfoque de migración riesgosa. Al consultar al viceministro de Movilidad, Luis Vayas, cuáles son los planes o proyectos para apoyar a los migrantes deportados o retornados, no dio una contestación concreta. “Estamos trabajando justo en los grupos para establecer esas políticas públicas. De eso se trata, de tener a nuestro alcance productos que podamos presentar. Vamos a trabajar entre hoy y mañana para que sea una propuesta”, aseveró.

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En cuanto a datos, Íngrid Ordóñez, coordinadora zonal 6 del Ministerio de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana, contó que en lo que va del año se han reportado 35 solicitudes de repatriación de cadáveres, 35 de localizaciones de las cuales 20 se han resuelto y 15 siguen como desaparecidos. Y en estos primeros nueve meses del 2021 se ha deportado a 3.500 ecuatorianos desde Estados Unidos. (I)