Los colegiales inundan las calles después de sus clases de mediodía y Juan Carlos Moya, un hombre culto y conversador, llega en su automático blanco, se baja con su pequeño bolso negro terciado a la bandolera y busca un espacio para sentarse y hablar de su más reciente novela, El sueño del arcángel. La luz natural se derrama por los grandes ventanales de la sala de hotel. “Este sitio está lindo”, dice y se sienta.