OTAVALO

El agua del lago San Pablo, en Imbabura, sufre contaminación, según un reciente estudio realizado a este estuario de 583 hectáreas, con un volumen de 140.106 m³ de agua.

Las descargas de aguas residuales, químicos usados en actividades agrícolas e industriales y los desechos sólidos arrojados al espejo de agua evidencian el deterioro de este importante sitio natural y turístico que pertenece al cantón Otavalo.

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Investigaciones realizadas por la Universidad Técnica del Norte establecieron que en el punto más profundo existen sedimentos compactados, que no dan paso a la filtración, debido a que la contaminación se estaría acumulando en la parte baja. Esto se suma a un efecto que se traslada a otros lugares, donde se avistan partes de colores verde y grisáceo, por la presencia de grandes volúmenes de sedimentos y partículas en suspensión.

Anabel Hermosa, alcaldesa de Otavalo, reconoció que recuperar el lago es una acción compleja. Coincidió en que este cuerpo de agua ha sido sometido a graves afectaciones, algo que ha perjudicado su ecosistema y la calidad de vida de las comunidades que realizan actividades diarias junto al lago relacionadas con agricultura, manufactura en totora y turismo comunitario.

Uno de los principales problemas que se han detectado son las aguas residuales sin tratamiento que van al estero, así como la presencia de altos valores de sólidos en suspensión, clorofila, coliformes totales y E. coli, tanto en el agua como en los afluentes.

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Otro problema es que varias familias, al no pertenecer a las juntas de agua (organizaciones dedicadas a la gestión del líquido), se estarían abasteciendo directamente del embalse, lo que implica un alto riesgo para su salud.

Actualmente está en marcha un proceso sancionatorio contra el Municipio de Otavalo por parte del Ministerio del Agua, Ambiente, Transición Ecológica (Maate).

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Científicos extranjeros analizaron la actual situación del lago

Se realizan pruebas para monitorear las plantas de tratamiento de aguas residuales de las comunidades que están cerca del lago San Pablo. Foto: Ricardo Cabezas

En el cónclave internacional “Lago San Pablo: patrimonio vivo de los Andes” se contó con la presencia expertos en acuíferos, académicos y técnicos de varios países e instituciones para discutir el tema la gravedad del daño ambiental por el que atraviesa este espacio y puso al descubierto la situación actual de la laguna.

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Para Elizabeth Velarde, investigadora de la Universidad Técnica del Norte (UTN), si bien la situación actual de la microcuenca del lago San Pablo es preocupante, no es una realidad aislada la que viven la mayoría de los cuerpos hídricos en Ecuador y el mundo, los cuales están demandando acciones inmediatas.

Una mesa interinstitucional fue activada para salvar el lago, en la que participan el Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica (Maate), la Municipalidad de Otavalo, la Prefectura de Imbabura, universidades, organismos no gubernamentales, gobiernos parroquiales y comunidades.

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Además, están en marcha estrategias visibles y sostenibles para el ecosistema que tienen relación con el monitoreo en tiempo real, la creación del Observatorio del Lago San Pablo y la instalación de la primera hidroboya que ofrecerá mediciones de limnología e hidrometeorología.

Según Velarde, se aplican acciones que buscan cambiar la situación del lago San Pablo. Adelantó que son necesarios estudios con monitoreo de mínimo año que arrojen datos para tomar decisiones efectivas a corto, mediano y largo plazo, pero que sean eficaces.

El propósito, dijo, es contar con el tipo de variable ambiental, la situación actualizada del ecosistema y toda la información que permita proponer estrategias y planificar planes de salvamento.

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Como parte de esas acciones, Velarde afirmó que se implementan planes que sean visibles y sostenibles para el ecosistema, como el monitoreo en tiempo real, con base en la conformación del Observatorio del Lago San Pablo, tras la colocación de la primera hidroboya que realiza mediciones de limnología e hidrometeorología.

Además, la docente expuso que una preocupación es el crecimiento acelerado de los asentamientos humanos en Otavalo, especialmente alrededor de San Pablo, donde no hay sistemas de saneamiento y agua potable ni procesos confiables sobre el manejo de residuos sólidos, es decir, no hubo planificación, peor dotación de servicios básicos, lo que ha provocado el colapso de las plantas de tratamiento que tiene el lago.

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La deforestación y la pérdida de la biodiversidad generan el deterioro de los recursos hídricos y la degradación del medioambiente, situación que también ha golpeado al lago San Pablo.

Hay once plantas de tratamiento de aguas residuales que están por cumplir su vida útil alrededor del espejo de agua. Esto ha obligado a delegar a diez trabajadores para que realicen la limpieza manual frecuentemente, ya que estos sistemas no abastecen la cantidad de asentamientos humanos que se han incrementado en este lugar.

Lola Jiménez, directora municipal de Desarrollo Territorial, afirmó que alrededor del 70 % de la población de Otavalo tiene algún tipo de vinculación con el lago, por lo que consideró importante que cualquier plan que se desarrolle vaya de la mano con las comunidades locales.

Diez trabajadores realizan la limpieza manual de once plantas de tratamiento de aguas residuales que están junto al lago, estas el próximo año cumplen su vida útil. Foto: Ricardo Cabezas

Existen 114.000 habitantes en el cantón Otavalo, algunas parroquias están directamente conectadas o interactúan con el lago, aproximadamente 80.000 están en la zona de influencia directa con este estanque, por lo que se afinan medidas que deberán ir acorde a la armonía de la naturaleza y las actividades del hombre.

La alcaldesa de Otavalo enfatizó que trabajan con diversos actores e instituciones en esta tarea. Este atractivo natural es considerado el mayor patrimonio natural local y nacional.

“Es un gran desafío para la presente administración municipal generar una planificación que no solo preserve la cultura ancestral, sino, sobre todo, que provoque una sapiencia de respeto y cuidado a este lugar”, añadió la autoridad.

El Municipio de Otavalo está llevando a cabo varias actividades para recuperar y mejorar la calidad del agua de este espacio y trabaja de manera conjunta con distintos actores locales, nacionales e internacionales.

Se han realizado acercamientos con las juntas de agua potable del cantón con el objetivo de lograr acuerdos para el mantenimiento conjunto de las plantas de tratamiento de aguas residuales para así mejorar su funcionamiento y reducir el impacto.

Además, se han iniciado gestiones con organismos de cooperación, como el Banco de Desarrollo del Ecuador (BDE), el Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza y varias ONG, para conseguir el financiamiento y el apoyo técnico de proyectos que mejoren la calidad del agua y protejan el ecosistema de esta gigantesca alberca.

Gloria Jiménez, técnica ambiental municipal, explicó que se han establecido contactos con universidades y centros de investigación para apoyar el monitoreo de la calidad del agua y recibir asesoría técnica que permita tomar mejores decisiones sobre su manejo.

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En coordinación con otros municipios de la zona se ha gestionado el uso de un equipo hidrocleaner, el cual permite succionar lodos acumulados en algunas de las plantas de tratamiento, mejorando así su eficiencia y la calidad de las descargas al lago. Y con la Agencia de Regulación y Control del Agua (ARCA) se planifican convenios público-comunitarios que mejoren la gestión de las juntas de agua potable, incluso en aquellos casos en los que la empresa municipal no es la responsable directa del servicio.

La docente Velarde consideró que se deben realizar estudios de balance hídrico, con base en distintas variables, para hacer una predicción científica y conocer si está disminuyendo el espejo de agua.

Mientras tanto, la Municipalidad cuenta con el Plan de Uso y Gestión del Suelo (PUGS), que es una herramienta importante para el cumplimiento de una hoja de ruta que está trazada.

En los dos próximos años la actual administración tiene previsto la repotenciación de las plantas de tratamiento de agua que fueron construidas por el Maate y la Municipalidad en 2012 y que el próximo año cumplirán su etapa de diseño, siendo impostergable la construcción de un colector, de acuerdo con las recomendaciones de los técnicos municipales.

En la reforma presupuestaria están contemplados $ 250.000 para tratamientos complementarios de las plantas, recursos que serán invertidos en este segundo semestre.

Se conoció que el Maate tiene que conformar zonas de protección hídrica en el lago y en el sector de La Rinconada, donde hay un ojo de agua que abastece al lago, y aprobar puntos de monitoreo que deberán activarlos con el respaldo de la academia.

Autoridades y técnicos del Municipio de Otavalo evalúan los trabajos que se realizan para salvar el lago San Pablo, ícono hídrico natural en Imbabura. Foto: Ricardo Cabezas

La creación del Observatorio del Lago San Pablo como medida urgente es un planteamiento de la academia. Mientras tanto, se esperan los requerimientos presupuestarios para la instalación de la hidroboya. La implementación permitirá monitorear en tiempo real el comportamiento del lago.

Además, los expertos plantean realizar un estudio de actividades humanas y su incidencia en la contaminación del agua y del suelo, así como conocer también qué efectos producen los pesticidas que son arrojados al agua.

Están previstas para las próximas semanas campañas para evitar que se arroje más basura al lago, que existan rellenos y que se introduzcan químicos o plásticos. Asimismo, consta la contratación de los estudios para la construcción de un colector, presupuestado en aproximadamente $ 250.000.

“Todos estos esfuerzos los debemos realizar conjuntamente, con base en la participación y generación de conciencia ambiental dirigida a las comunidades que están asentadas a lo largo del lago”, comentó la alcaldesa Anabel Hermosa.

Para Jiménez, la recuperación del embalse podría superar los $ 10 millones, inversión que posibilitaría sanear y enfrentar posibles riesgos. Técnicamente se deben realizar acciones adicionales en la cuenca alta, controlar las actividades productivas aledañas y generar conciencia en los vecinos, entre las acciones más importantes.

Hermosa espera que retornen los diálogos, sea reactivada la mesa interinstitucional que analiza la problemática y sean consideradas las acciones municipales a través de la minga que busca salvar el lago San Pablo. (I)