Ipiales-Tulcán

Una paralización en el sector del Patía, en el Valle del Cauca, en Colombia, a 918 kilómetros del puente internacional de Rumichaca, mantiene incomunicada la zona de la frontera, tanto con poblados del interior del vecino país así como poblados del norte ecuatoriano.

La protesta lleva tres días y mantiene colapsados las terminales terrestres de las ciudades fronterizas de Ipiales, Pasto y Cali, donde están represados viajeros ecuatorianos, venezolanos, africanos, asiáticos, haitianos, entre otros, que no pueden ir hacia el interior de territorio colombiano.

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La especulación en los valores de los tiquetes del transporte terrestre duplicó los costos, resultando por ahora difícil trasladarse haca varias ciudades debido a la intensidad de los reclamos que mantiene obstruido el paso de automotores.

John Rosero, gerente de la terminal de buses de Ipiales, recomendó a los ecuatorianos no viajar por estos días hacia varios destinos de ese país hasta que vuelva la calma y la normalidad.

Turistas ecuatorianos que tenían planificado viajar desde el martes anterior a Popayán, Cali, Medellín y otras ciudades pernoctan en este centro de movilidad a la espera de que los manifestantes logren un acuerdo con el Gobierno colombiano.

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Jairo Tocagón, comerciante otavaleño, manifiestó que esperará hasta cuando habiliten el transito vehicular, ya que él reside en Cali, donde desarrolla actividades de comercio. Como él, más de una decena de connacionales confían que la medida termine en las próximas horas.

Mientras, venezolanos que provienen de Chile, Perú y Ecuador que retornan a sus ciudades de origen denunciaron que un pasaje a Cúcuta, en la frontera colombo-ecuatoriana, que cuesta $40, frente a la emergencia ahora se comercializa entre $60 y $65. Ellos esperan también que el paro finalice.

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En cambio, ciudadanos de Haití y de los continentes de África y Asia, quienes ingresaron por trochas que comunican a Ecuador y Colombia, entre las poblaciones de Tulcán e Ipiales, se mantienen desesperados porque deben cumplir un cronograma que les permita llegar a Estados Unidos de forma irregular por el Tapón del Darién, en la frontera colombo-panameña.

Atascados en Tulcán extranjeros que van detrás del sueño americano

La presencia de ciudadanos extranjeros de origen africano y de otras nacionalidades por estos días caminando por las calles de Tulcán genera curiosidad en la población, ya que no es usual verlos en el casco comercial.

No hablan español, caminan a paso rápido, están siempre en grupos de entre dos o tres y hasta cuatro personas, hacen compras con gestos y señas, dejando entrever que no quieren generar mayor sospecha sobre su estancia temporal en esta urbe fronteriza.

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Están hospedados en sitios de alojamiento del centro de la ciudad, ya que en el norte los hoteles estarían copados por los migrantes, están quedados, indicó un camarero de una pensión, quien agregó, que en Ipiales no hay donde hospedarse.

Fernando Villarroel, administrador de la terminal terrestre de Tulcán sostuvo que un 75% de los viajeros que arriban a este lugar son extranjeros, especialmente venezolanos y oriundos de África, Asia, Haití.

Usualmente ingresan desde el sur del país, son hospedados en varias pensiones y hostales aledañas a la terminal terrestre. Hasta allí les llevan comida, refrescos, chips de telefonía celular, artículos de aseo.

Luego de esperar horas, tienen prohibido salir de esos lugares por quienes los transportan a cambio de una significativa cantidad de dinero, para finalmente embarcarlos en busetas pequeñas o camionetas hasta las trochas para cruzar la frontera y llevarlos hacia Ipiales por las trochas fronterizas para burlar los controles migratorios.

Los venezolanos jóvenes y los de otras nacionalidades se movilizan por zona

La presencia transitoria de ciudadanos africanos, asiáticos y haitianos en Tulcán, que utilizan el corredor que los movilizará de forma irregular hacia los Estados Unidos, no es una novedad. Desde hace más de un año usan esta ruta que los lleva al peligroso cruce de la selva del Darién, en la frontera colombo-panameña.

Las poblaciones de Tulcán e Ipiales, en la frontera ecuatoriana-colombiana, son la parada obligada que hacen los extranjeros. Desde esta zona, organizaciones trasnacionales dedicadas al “coyoterismo” coordinan los traslados hacia Necocli, a 1238 kilómetros del puente internacional de Rumichaca.

Desde esa ciudad, los extranjeros inician un largo y peligroso periplo de varios días hacia Panamá, desde donde recorren Centroamérica, llegan a México e intentan ingresar a los Estados Unidos irregularmente. (I)