En su paso por tierra hacia Estados Unidos, que usualmente comienza en terminales de bus en Ecuador pasando por Colombia, la peligrosa selva del Darién, Panamá, Centroamérica y luego México, migrantes ecuatorianos y de otras nacionalidades han sido asesinados, violentados sexualmente, secuestrados y sus familias extorsionadas.

Ahora, tras la ruptura de relaciones diplomáticas entre México y Ecuador -debido a la irrupción de miembros de la Policía Nacional en la embajada mexicana en Quito para detener al exvicepresidente Jorge Glas, a quien horas antes México había otorgado asilo, anque tiene deudas con la justicia- estos migrantes serán aún más vulnerables, según un comunicado de William Murillo y Andrea Ledesma, ambos al frente de la organización 1800-Migrante por los derechos de los migrantes.

Tan solo el 3 de abril pasado el Instituto Nacional de Migración mexicano encontró a 50 ecuatorianos en la caja de un tráiler en Tabasco. Otros tres fueron asesinados en el estado de Chiapas en marzo pasado.

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57.250 compatriotas lograron cruzar el tapón del Darién en 2023, según autoridades panameñas. La mayoría debieron haber cruzado México para llegar a su destino final, Estados Unidos. Algunos han hablado con EL UNIVERSO sobre lo peligroso que es atravesar México.

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1800-Migrante ha dado a conocer un sinnúmero de estos casos. Expresan que en las instancias en que las autoridades mexicanas sí han logrado rescatar a ecuatorianos retenidos por mafias, fue debido a cooperación entre diplomáticos ecuatorianos y sus contrapartes mexicanas.

“Ahora que no existirán relaciones diplomáticas entre nuestros países, nos preguntamos: ¿a quién informaremos de estas atrocidades? ¿Quién en México se encargará de gestionar los casos de ecuatorianos que son víctimas del crimen organizado? ¿Quién en México velará por los derechos de los migrantes ecuatorianos en su camino a Estados Unidos?”, anota el comunicado.

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“Quienes deben estar celebrando serán los narco coyotes, que ven en esta ruptura diplomática su mejor momento, una nueva oportunidad para seguir aumentando su exitoso negocio ilegal de lucrar con el sufrimiento y esperanzas de decenas de miles de migrantes”, continúa.

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Murillo y Ledesma, a su vez, condenan lo que ellos consideran es un “abuso de la figura del asilo”, tanto por parte de políticos que se refugian en embajadas cuando son requeridos por la justicia, y por parte de coyoteros, que le dicen a migrantes que se acojan a esa figura legal en Estados Unidos, a sabiendas de que no califican. (I)