El presidente Daniel Noboa fue posesionado en la Asamblea Nacional este 24 de mayo. Niels Olsen, titular del Legislativo, tomó juramento y le impuso la banda presidencial. Este fue su discurso completo:

«Hay momentos en la historia de un país que marcan un antes y un después. Momentos donde no basta con mirar atrás, sino que es necesario mirar para delante, con la frente en alto y el corazón firme. Hoy es uno de esos días. Un día para hablar con la verdad, con la memoria viva y con la convicción de que lo que hemos hecho, y lo que está por venir, nos pertenece a todos.

Las dificultades las hemos enfrentado juntos.

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Las oportunidades las creamos y las aprovechamos juntos.

Y, asimismo, los golpes los hemos esquivado juntos.

Pero no solo los esquivamos, sino que los derrotamos juntos.

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Lo hicimos de manera contundente y determinada, con el único objetivo de salvar a esta patria. Esta patria que fue saqueada, corrompida y secuestrada.

Incluso en varios momentos hemos estado a punto de perderla.

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Pero a cada ecuatoriano que escucha estas palabras le digo: nunca más serán olvidados. Aquí hay un pueblo libre sobre un suelo libre. Reclamamos nuestra libertad y el derecho de vivir en un país donde finalmente impere la dignidad y el progreso.

Ese debe ser el verdadero carácter de un pueblo, no el que nunca se equivoca, sino el que no se cansa de luchar por lo correcto.

Y esa es la esencia del Nuevo Ecuador. Nunca fue una campaña; es una forma de gobernar. Firme contra el crimen, justo con su gente, visible con sus obras.

Esta guerra por el alma del país es nuestra. Y en este espacio quiero reconocer su compromiso con la honestidad, el trabajo duro y su generosidad.

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Esta victoria es del pueblo, porque son parte de este proyecto. Ustedes son mi fuerza y mi motor. En los meses previos a la elección eran sus gestos de cariño, sus palabras de aliento los que me sostuvieron. Quienes antes fueron olvidados hicieron definitiva esta victoria.

Mi deber no es contentar al pasado; es luchar, como lo hemos venido haciendo, entregados a la tarea de salvar a la patria ecuatoriana.

Por eso, yo sé que mi deber no es alejarme de un conflicto porque nunca se había resuelto antes. No es mirar hacia otro lado para ahorrarme el desgaste que significa luchar contra criminales que se han creído dueños del país durante años.

Ese no soy yo, ese no es mi ADN, ese no es el Nuevo Ecuador. Y sobre todo, eso no es lo que ustedes esperan de mí. Esa no es la consigna que me dieron en Cuenca, Loja, Esmeraldas, Riobamba, Machala y mis hermanos migrantes, que desde sus balcones y cada esquina en un solo grito nos clamaban: “¡Luchen!“.

Las personas que empujan hacia el futuro, que hoy se ubican a mi izquierda, mi gabinete, están ahí porque no les ha temblado la mano en acompañarme en esta misión de recuperar al país.

Aquí están personas que soportan amenazas, juicios y ataques por enfrentarse a las mafias. Y si alguna vez dudaron, estuve con ellos, dándoles la fortaleza que se necesita.

Eso es lo que me enseñó mi padre, Álvaro Noboa Pontón, y su padre a él. Un verdadero comandante en jefe jamás abandona a su tropa y exige según las circunstancias. Hago mías sus palabras hoy, y les transmito el mensaje que tantas veces me dijo: “Creo más en ti de lo que tú crees en ti mismo”.

Hoy quiero recordarles que creo en ustedes, en su trabajo. Creo en su capacidad de hacer las cosas bien.

Por eso, las exigencias que tienen que afrontar son fuertes. Por eso, la vara está tan alta. Por eso, la entrega es absoluta. En ustedes está la consolidación del Nuevo Ecuador.

Siempre fui claro: en esta primera etapa teníamos que rescatar al país.

Rescatarlo de las mafias, de la catástrofe económica, de la guerra y de los que se lucran de la guerra.

Y lo hicimos. Al Ecuador lo rescatamos del abismo económico y la catástrofe financiera que nos dejaron.

“Los anhelos santos de libertad, ahogados en el polvo sangriento.” El clamor de Luis Vargas Torres describe al país que nos dejaron. Por eso, el año pasado les declaramos la guerra a todas las mafias que pretendían reclamar a este país como suyo.

Esta no es una lucha contra la delincuencia común. Es una confrontación directa con estructuras criminales organizadas, con redes que operan dentro y fuera del país, con el financiamiento, armamento y objetivos claros: desestabilizar al Estado y someter a la sociedad al miedo.

A pesar de las amenazas, no dimos un solo paso atrás. No se lo permitimos porque este país no les pertenece.

Este país es de los ecuatorianos que se levantan todas las mañanas de manera honrada por sus familias. Y es por ellos por quienes reclamamos el país.

Mi admiración y respeto a las fuerzas del orden.

A las gloriosas Fuerzas Armadas y a la valentía de la Policía Nacional. Han sido el escudo del Ecuador. “El honor más grande es entregar la vida”, son las palabras que tienen grabadas en las paredes de sus bases, cuarteles y en su alma.

Su sacrificio nutre el suelo de donde se levanta y construye el Ecuador. Sepan que cuentan con un presidente que los respalda en su misión de proteger la vida de los ecuatorianos, y que luchará incansablemente junto a ustedes y por ustedes.

Las mafias no solo las combatimos en territorio, sino que también las combatimos casa adentro. Luchando contra la corrupción que estaba enquistada en todos los niveles de gobierno.

Lo hicimos, y mientras combatíamos y limpiábamos, jamás deshonramos la promesa que teníamos con ustedes, el pueblo ecuatoriano: volver su dignidad una prioridad.

A los que tantas veces le negaron un trabajo por no tener un nivel de inglés suficiente, a ustedes los escuché, cuando nadie más lo hizo. Lo saben más que nadie. He aquí mi promesa: jamás volverán a ser olvidados.

Con ese título técnico, con esa pasantía, con ese bono, con esa condonación de deuda, demostraron que los ecuatorianos saben actuar y saben aprovechar las oportunidades. Este presidente, este equipo, esta nueva generación cree y apuesta por sus mandantes.

Avanzaremos paso a paso, firmes, implementando todas y cada una de las reformas necesarias para construir un Estado que no sea una carga para la sociedad, sino la base sólida para el crecimiento, el empleo y la inversión. Porque hoy estamos ante las puertas de cuatro años de progreso.

Serán cuatro años donde los sueños, antes olvidados, se convertirán en realidades.

Nos enfocaremos en la inversión pública para generar empleo. Dedicaremos nuestro esfuerzo al trabajo joven, impulsando plazas laborales desde la obra pública. Cada proyecto, cada construcción y cada mejora en infraestructura será una oportunidad para que más ecuatorianos, especialmente los jóvenes, accedan a un empleo digno. Se trata de abrir puertas, de activar la economía local y de darle a nuestra gente una razón para quedarse, crecer y creer en su país.

La permanencia escolar de nuestros niños será una prioridad: las aulas los esperan. Las condiciones laborales de docentes, trabajadores sociales y psicólogos educativos se fortalecerán. En las zonas más golpeadas por la violencia surgirán espacios integrales familiares como refugios de esperanza.

Las mujeres ecuatorianas contarán con proyectos reales para su autonomía. Y el bono de los 1.000 primeros días llegará a más mujeres embarazadas y niños menores de 2 años, como una muestra concreta de cuidado desde el inicio de la vida.

Será también la era de las obras: además de muchas obras de infraestructura vial, el Quinto Puente conectará el sector portuario guayaquileño con toda la industria del país, reactivando la economía y el comercio exterior.

El corredor E-25 entre Buena Fe y Jujan, parte de la vía entre Quito y Guayaquil, está siendo rehabilitado y su ampliación se completará a cuatro carriles en este periodo.

Estas obras se complementan con la repotenciación de los puertos como ejes de desarrollo. En estos cuatro años construiremos 200.000 soluciones habitacionales, porque no se puede prosperar sin un techo que nos proteja.

La torre oncológica del Hospital Eugenio Espejo en Quito será una realidad, así como la repotenciación del Hospital Básico de La Libertad, entre otros. Y la deuda histórica con el Ecuador al fin será saldada: emprenderemos el proyecto del Museo Nacional.

También, vamos a diversificar la matriz energética del Ecuador construyendo un sistema que garantice energía limpia, suficiente y sostenible para todos los ecuatorianos.

Se reforzará y ampliará el sistema de transmisión de energía y calidad de entrega a los ecuatorianos. Se firmarán contratos anuales con el sector privado para generar 300 megavatios de energías renovables, como solar, eólica y geotérmica.

Se presentará la Ley de Energía Nuclear, y el nuevo modelo del sector eléctrico eficiente, abriendo el camino hacia el futuro y garantizando el abastecimiento de la demanda eléctrica del país.

A nuestro país le urge modernizar sus refinerías y elevar su producción de gas natural con la incorporación de desarrollo de los bloques costa afuera; esto lo lograremos con inversión extranjera pública y privada.

Vamos a renovar y darles carácter de empresa a Petroecuador, Celec, CNEL y Enami. Terminaremos con la corrupción y esos ingresos serán para el desarrollo a favor de los ecuatorianos. Llevándonos hacia el futuro, de la mano de la transición y transformación energética.

La transformación digital marcará un antes y un después. Servicios públicos más transparentes y eficientes, empezando por el sistema de salud, dejarán atrás la opacidad y la ineficiencia.

Y no habrá tregua contra la delincuencia. La reducción progresiva de homicidios será una meta innegociable. Mantendremos nuestro enfrentamiento contra el narcotráfico, se decomisarán armas, municiones y explosivos ilegales, y se ejercerá un mayor control en los puertos del país.

A todos los ecuatorianos y a todos los ojos que hoy miran al Ecuador como un destino, el compromiso con la transparencia es la línea que corta todos los pilares del Nuevo Ecuador: economía, educación, seguridad, obra pública, alianzas. Nada avanza si no se hace con limpieza, con vigilancia, seriedad y con integridad.

Cada funcionario sabrá que está al servicio del país y no de intereses personales. La corrupción no tiene espacio, y quien la intente, esté o no esté aquí hoy, enfrentará consecuencias.

Extiendo un caluroso saludo a nuestros invitados aquí presentes. Gracias por estar aquí. Su esfuerzo en el viaje emprendido y su presencia reafirman el nuevo rumbo que como nación nos hemos fijado.

Con lazos estrechos entre naciones, a nivel de lo público y privado, caminaremos estos cuatro años hacia la apertura comercial, atrayendo inversiones que permitan explotar el verdadero potencial del Ecuador, potencial que por intereses perversos ha permanecido dormido, inmóvil y estancado.

Ecuador se prepara cada día más para recibir a inversionistas nacionales y extranjeros con las puertas abiertas y condiciones claras. Estamos creando un ambiente seguro, estable y competitivo que fomenta el crecimiento, protege las inversiones y garantiza oportunidades reales.

Hoy, es momento de hacer lo necesario y demostrarle al mundo lo que es ser ecuatoriano. La naturaleza trabajadora que nos define. El talante que nos caracteriza. Y la honradez y respeto con los que nos presentamos ante el mundo.

A diferencia del término anterior, las esperanzas que los ecuatorianos depositaron en mí no están puestas en un solo hombre.

Sino que su confianza por este proyecto joven hizo que hoy en la Asamblea Nacional seamos la primera fuerza, compuesta por personas que tienen como misión hacer una política diferente.

En palabras de Goethe: “Das Wichtige ist nicht, neue Dinge zu tun, sondern sie so zu tun, als ob sie noch niemand getan hätte”, que significa: “Lo importante no es hacer cosas nuevas, sino hacerlas como si nunca nadie las hubiera hecho antes”.

Esa es su misión: legislar como nadie lo hubiera hecho antes, atreverse a liderar los cambios que este país necesita para servir y generar bienestar a los ecuatorianos. Niels, un reto enorme se visualiza en el horizonte. Por tu profundo amor por este país, sé que eres el hombre para enfrentarlo.

Quiero agradecer a mi madre por haber vuelto a la política nacional. Por más injusta que pudo haber sido con ella y con nuestra familia en el pasado, ella volvió.

Solo una persona que ha vivido la persecución desarrolla la sensibilidad necesaria para combatir las injusticias. Gracias a mi esposa e hijos, por haber resistido junto a mí en la calma y en la turbulencia. Lavinia, gracias por mantener a nuestro hogar como un puerto seguro.

No puedo terminar estas líneas sin agradecer a mi compañera de fórmula. María José, tu empatía y entrega a los más vulnerables desde que fuiste ministra te trajo hasta aquí. En tu labor de atender a la infancia y, por lo tanto, el futuro, sé que no nos vas a defraudar.

Queridos ecuatorianos:

Les comparto una de las meditaciones de Marco Aurelio que ha definido el rumbo de mi vida:

“No te disgustes ni desfallezcas ni te impacientes si no te resulta siempre factible actuar de acuerdo con rectos principios. Por el contrario, cuando has sido rechazado, reemprende la tarea con renovado ímpetu y date por satisfecho si la mayor parte de tus acciones son bastante más humanas, y ama aquello a lo que de nuevo encaminas tus pasos”.

No siempre saldrá todo como queremos. Habrá días en que el cansancio pese, en que nos equivoquemos, en que sintamos que retrocedemos. Pero rendirse no es una opción. Cuando caigamos, volvamos a levantarnos. Cuando perdamos el rumbo, volvamos a empezar.

Encarnamos una nueva forma de liderazgo, de hacer las cosas diferentes, de golpear mil veces con tal de lograr nuestros objetivos. No creemos en la comodidad, no venimos a heredar moldes viejos ni a maquillar errores. Venimos a romper ciclos, a hablar claro, a decir lo que nadie se atrevió.

Ya no se trata solo de llegar: se trata de transformar, de entender que el cambio real no es instantáneo, pero sí posible si hay carácter, si hay convicción, si hay coraje para incomodar lo establecido.

Y lo tenemos. Porque si algo sabemos hacer es insistir, incomodar y empujar hasta ser triunfantes.

El futuro es nuestro. Tengamos el coraje para creer en nuestro país y empujarlo hacia adelante. Reclamemos con valentía lo que nos pertenece. Es momento de dejar atrás el miedo, la indiferencia y el conformismo. Este es el tiempo de actuar, de construir y de unirnos con propósito.

La historia del Ecuador no se va a escribir por sí sola.

La escribimos nosotros».