Néstor tenía solo 5 años cuando una bala perdida entró por la ventana de su casa y lo mató. Ocurrió el 10 de septiembre y el proyectil lo impactó en la cabeza cuando veía televisión. Aunque su madre lo llevó a un hospital, los médicos solo confirmaron que ya no tenía signos vitales.

Su muerte no solo enlutó a sus allegados y llenó de temor a sus vecinos sino que llevó a su familia a huir del país por las amenazas y el temor a las bandas delictivas que los persiguen para que no denuncien.

Su padres y hermanos, de 7 y 2 años, solo dos días después de sepultar a Néstor, salieron de Ecuador. Los cuatro tomaron un avión hasta El Salvador y luego en buses llegaron hasta la frontera con Estados Unidos.

Con los niños amarrados en la espalda, los padres cruzaron el río Bravo sobre boyas y fueron detenidos por la patrulla fronteriza. Pidieron asilo en Estados Unidos por la situación de violencia en Ecuador y esta semana tuvieron la entrevista.

Tras presentar una copia del proceso judicial que lleva la Fiscalía del Guayas por el muerte de Néstor las autoridades de Migración de Estados Unidos les concedieron un año de permiso de permanencia en el país norteamericano para recabar más pruebas y volver a presentarse para tratar el asilo.

En otra zona de Guayaquil tres días antes de la muerte de Néstor falleció Joaquín, de 11 años. Ocurrió cuando estaba sentado tomando una cola en un portal y llegaron sicarios a matar unos hombres que estaban cerca. El niño recibió ocho tiros. Incluso los gatilleros se regresaron y le dispararon en el piso, al aparentemente confundirlo con un adulto.

En medio del ataque la hermana menor de Joaquín también fue herida y permaneció varias semanas hospitalizada.

Luego de que la niña recibió el alta su familia también huyó de Guayaquil por las amenazas. Incluso a los tíos del menor de 11 años, que siguen viviendo en la zona del crimen, los han ido a amedrentar las bandas delictivas para que no den seguimiento al proceso judicial.

La semana pasada fueron a disparar a casa del tío de Joaquín.

Entre enero y septiembre del 2023 en Ecuador 455 menores fueron asesinados, según cifras del Ministerio del Interior. Guayas es la provincia con más casos de homicidios de niños y adolescentes con 271 muertes, en el mismo periodo.

Además, en Guayaquil, se han reportado hasta la segunda semana de diciembre 145 casos de menores de edad muertos en medio de ataques armados. Esto incluye a los cuatro niños de 5 meses, 3 años, 5 años y 7 años que la semana pasada fueron asesinados en el Guasmo mientras dormían y sujetos armados dispararon contra la ventana de su casa en una aparente confusión.

Los cuatro niños asesinados en el Guasmo serán sepultados en un camposanto privado de Pascuales que donó los espacios

Por ese caso ya hay cuatro detenidos e incluso se ofreció una recompensa para quien ofrezca información. Pero en la mayoría de los casos siguen en investigación previa.

Andrés Sandoval, gerente de Segura EP, agrega que en Guayaquil se analiza también la cifra de menores que han desertado de las aulas en los últimos años y que en distritos como Sur y Nueva Prosperina, donde se han dado más muertes de niños y adolescentes, también hay números altos de niños que han abandonado sus estudios.

En la zona del Guasmo (Sur) 3,3 niños de cada 100 dejaron de estudiar desde el 2020. En Nueva Prosperina son 2,4 menores de cada 100 que ya no se están educando y que probablemente están siendo captados por las organizaciones delictivas. Por eso el funcionario municipal destaca la importancia de trabajar con las familias en proyectos que involucre a niños y adolescentes.

La Policía Nacional reveló que en 2022 un total de 204 menores de edad fueron asesinados en Ecuador. Fueron unos 17 casos al menos, pero en 2023 la cifra se triplicó a 50,5 casos.

Es decir, que el año pasado cada cada 42 horas un menor de edad fue asesinado en el país, pero durante el 2023 se dio una muerte cada 14 horas.

Miles sobrevivieron y necesitan ayuda

La cifra de niños y adolescentes heridos es incluso más alarmante. Entre el 1 de enero y el 12 de diciembre del 2023 un total de 1.496 menores de edad han sido baleados y se recuperaron en hospitales.

Son 42 infantes de 0 a 3 años, 384 niños de 4 a 12 años y 1.070 adolescentes entre 13 y 17 años.

En 2022 también hubo 1.696 menores también sobrevivieron a ataques.

Estos 3.192 menores de edad necesitan ayuda para superar los actos violentos, dice el psicólogo Christian Arias, de la Asociación de Bienestar Infantil (AEI), pues menciona que estos niños y adolescentes pueden desarrollar estrés postraumático.

Un bebé, niño de 5 años y dos adolescentes fueron heridos de bala en el suburbio de Guayaquil

“Están nerviosos, en estado alerta, tienen ideas irracionales, temen que les pase algo o a sus familiares, tienen ideas trágicas o hasta flashback, es dedir, que en su cabeza se repite varias veces al día la escena violenta que vivieron”, detalla el profesional que agrega que esto conlleva crisis de estrés y llanto en muchos menores.

Miles de familias han perdido a sus niños al ser víctimas colaterales de sicariatos. Foto Carlos Barros/El Universo.

Además, sostiene que si no se consigue ayuda profesional los niños se pueden volver inseguros y dependientes. Otros desarrollan problema para dormir: no concilian el sueño o tienen pesadillas o sobresaltos. También hay menores que presentan un incremento desmesurado del apetito o muy poco apetito.

Arias atiende en su consulta a una niña de solo 6 años que fue testigo del asesinato de su tío. La pequeña tiene estrés postraumático e incluso está siendo medicada porque desarrolló ansiedad por separación.

El psicólogo espera que el Ministerio de Salud refuerce su área de salud mental porque señala con hay pocos profesionales y con una consulta mensual o quincenal un menor no va a superar un acto violento tan grave como sobrevivir a un atentado o ver morir a un ser querido.

“Un niño con un estado de fragilidad tan grande necesita mayor seguimiento y no todos los padres tienen para pagar una consulta privada”, dice el director de la AEI, quien además señala que estos traumas causas que algunos menores se hagan las necesidades biológicas en la ropa porque a nivel fisiológico también se pueden enfermar.

“Pueden acumular cortisol (hormona del estrés) si no hay un adulto empático con ellos. Pueden tener un estrés tóxico por las hormonas”, concluye. (I)