Tenía casi listo un artículo sobre la necesaria agenda de reformas futuras, pero no me ha sido posible impedir la furia (contenida) que me producen los abusos estatales de la vida diaria. Ejemplo, tres cosas que me han sucedido solo en estos meses.
Uno. Un día me entero de que me han retenido dinero de mi cuenta bancaria. ¿Razón? El escrito de una jueza de coactivas que le ordena al banco hacerlo, sin que yo nunca me haya enterado de algún juicio en mi contra. Tuve que dedicar buen tiempo para entender la razón. Aparentemente un sobregiro en uno de los bancos cerrados en 1999 (hace más de 20 años) que terminó llegando a la CFN. Eso se me explicó, aunque nunca vi ninguna justificación de que realmente haya existido ese sobregiro. Simplemente el Estado dice “yo lo tengo registrado”, y sobre esa base “le retengo su dinero”. ¿Derecho a la defensa? Ninguna. ¿Legalidad? Aparentemente leyes y reglamentos que el propio Estado aprueba para aprovecharse de los ciudadanos. ¿Resultado? O un eterno juicio para desbloquear el dinero (¡había 3 involucrados, pero a mí me retuvieron el 100% de lo reclamado!), o aceptar pagar la parte que (supuestamente) a uno le corresponde, porque el Estado siempre tiene las de ganar. Así tuve que hacerlo: pagar el 25% para liberar el 75% que no me correspondía (…tampoco es obvio me correspondía el 25%). Me comentan los abogados: Si hay un abuso en Ecuador (hay miles), la coactiva es el peor de todos.
Dos. Al fallecer mis padres nos dejaron una propiedad relativamente pequeña. Pasamos obviamente por el impuesto a la herencia. Luego decidimos venderla, y ahí aparece el impuesto a la plusvalía, que normalmente es el 10% (disminuye con los años) de la diferencia entre el valor de venta y el de adquisición… pero en el caso de herencias, los municipios se han inventado (realmente interpretación de ellos para sacarnos más plata) que es la diferencia entre el valor de venta y cero (0), porque a quien recibe la herencia no le ha costado. ¿Lógico? Para mí, un abuso. Porque mis papás trabajaron y pagaron impuestos sobre sus ingresos, con los ahorros construyeron una casa, sobre la cual pagaron todos los años prediales y otras tasas (contribución a mejoras), y cuando dejaron algo a los hijos (objetivo clave de todos los padres) ya hubo que pagar el impuesto a la herencia y ahora además esta plusvalía muy particular. ¿Que no tuvo costo para nosotros? Ciertamente, pero nosotros hacemos parte del linaje de nuestros padres, y para ellos sí tuvo un costo esa propiedad (no cayó del cielo). ¡Me parece un abuso más!
Tres. Me he demorado en hacer mi declaración patrimonial 2020, por razones ligadas a la pandemia. Y (sin demora) ya apareció el SRI, amenazando que no podré próximamente emitir facturas, y multándome cada mes. En plena dificultad de la pandemia, para ellos es más importante algo secundario como la declaración patrimonial, frente al derecho a trabajar (si no tengo facturas no puedo cobrar) y a los ingresos que en esta época disminuyen (las multas merman esos ingresos).
Tres casos entre miles. Burócratas, bien instalados y financiados por nuestro trabajo, que deciden cómo abusar de nosotros… Y tienen la potestad para hacerlo. ¡Vergonzoso! (O)