Ciertos ciudadanos, moradores, vendedores informales, chamberos, y antisociales, atentan contra la salubridad e imagen de Guayaquil; acumulan desperdicios en las veredas como en el sector de La Trinitaria (foto), más la falta de una oportuna recolección municipal y sanción, el ambiente se contamina, se producen malos olores, enfermedades; proliferan moscas, ratas, cucarachas, gusanos. / Carlos Barros / Foto: El Universo


Guayaquil está sucia, en las calles, veredas, bordillos de alcantarillas, malecones, solares vacíos, jardineras y espacios verdes, etc.; la basura está regada: vasos, botellas, fundas de plástico, cartón, palos, servilletas, papeles higiénicos, envases con grasas, desperdicios de comida, etc.

Después que administraciones lucharon años para limpiar a la Perla del Pacífico, de la depredación de chamberos, público y migrantes que no querían a la ciudad y la ensuciaban, no había buena recolección de basura, era una anarquía, incultura; se logró rescatar a Guayaquil como puerto limpio, ciudad regenerada con clase A, ejemplo de regeneración para otras ciudades del mundo que sus alcaldes venían a conocer cómo se la regeneró con éxito. No se continuó con esa obra, llegaron más personas a trabajar, hacer lo que les da la gana, dañaron la regeneración, tiran la basura desde las ventanas de casas, negocios, vehículos; consumen algo y los desperdicios los lanzan a la calle. Y el estero Salado y el río Guayas también reciben basura. En el norte, migrantes de otras provincias, y de los países de guerrillas, y del ‘madurismo’, del ‘castrismo’..., invaden veredas con carretas venden arepas, frituras, comidas, aguas...; no tienen permisos de sanidad ni posesión de suelo, ensucian la urbe. (O)

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Eladio Menéndez, Guayaquil