En días recientes, a través de los medios de comunicación nacionales, los ciudadanos hemos observado las noticias relacionadas con deudas del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) con los prestadores externos por atenciones a pacientes derivados desde las unidades de salud del IESS. No es en sí mismo la derivación un hecho ilegítimo, pues se encuentra respaldada en la norma 0091 de Relacionamiento entre Prestadores de Salud, que conforman la Red Pública de Salud (RPIS) y la Red Privada Complementaria (RPC). Cada derivación está sustentada en el tarifario nacional de prestaciones que rige a nivel nacional desde 2012 y el código de derivación que se asigna desde la parte administrativa de los servicios de salud del IESS, para que la unidad de salud que recibe al paciente le garantice a este la atención integral que corresponda. Sobre este contexto, se realizan diariamente decenas de derivaciones en las unidades de salud del IESS a nivel nacional, principalmente en pacientes agudos, que requieren procedimientos de imágenes, de laboratorio, cupo para la unidad de cuidados intensivos, resoluciones quirúrgicas y traslados medicalizados.
Así también, los pacientes crónico-ambulatorios necesitan derivaciones, principalmente para las unidades de hemodiálisis. Esta es una radiografía de lo que ocurre en los servicios de salud diariamente, sin embargo ocurre que la deuda que arrastran los prestadores externos, por servicios prestados al IESS, asciende luego de las auditorías a más de 700 millones de dólares, lo que hace pensar que en la mayoría de los casos derivados con toda legitimidad se ha rebasado la capacidad instalada de la unidad de salud solicitante.
IESS anuncia que pagará $ 252 millones a prestadores de salud privados que presenten facturas
Eduardo Peña, el presidente del Consejo Directivo del IESS, ha indicado que esta deuda generada por las derivaciones debe reducirse sustancialmente, sin embargo, a mi modo de ver, aún denota que estamos administrando una cartera de pacientes, con una alta proporción de complicaciones derivadas de las enfermedades crónicas no transmisibles, como la hipertensión arterial, que genera trastornos cardiorrenales que necesitan procedimientos de alta complejidad y eventualmente diálisis, por las que se debe recurrir a las legítimas derivaciones, que en la actualidad cobran trascendencia nacional.
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Mi llamado al doctor Eduardo Peña es que la seguridad social debe reforzar dos aspectos: la atención primaria para el tamizaje oportuno de pacientes e implementar la promoción de salud, basado en estrategias mundialmente reconocidas, como el autocuidado, y así a mediano y largo plazo revertir el panorama sanitario de la seguridad social, para el que al día de hoy el colega Eduardo Peña se encuentra buscando la mejor solución técnica, administrativa y financiera, y lo felicito por eso. (O)
José Palau Duarte, doctor en medicina, Guayaquil