En la ciudadela Entre Ríos están envenenando gatitos callejeros, muchos son alimentados por residentes amantes de animalitos. Estamos indignados por este infame y cobarde atentado contra indefensos felinos, en una semana fueron envenenados cuatro. ¿Cuántos más seguirán? ¿Saben la clase de muerte espantosa y lenta que provoca un envenenamiento? Apelamos a las organizaciones prodefensa de animales y al Municipio de Samborondón para parar esta práctica criminal inhumana.

También, como ciudadana de un país libre donde tengo derechos y responsabilidades, me siento coartada por la prohibición del comité de la ciudadela donde resido, de multarme, incluso con intimidación, porque según sus regulaciones se prohíbe dar de comer a animales en un sitio público, es decir, en la acera, aunque ese sitio lo conserve limpio, pues me encargo del barrido, la limpieza de los platos y no ofrece deplorable espectáculo, como sí es la cantidad de estiércol de perros que abunda en esta ciudadela. En lugar de ayudarnos para rescatar, esterilizar y buscar hogares a estos animalitos, que lo hacemos con escasos fondos propios, nos exigen dejar de darles comida y agua, lo que produciría sus muertes. Que me los lleve a mi casa fue la brillante idea de mi interlocutor. No parece entender que lo que hacemos es precisamente tratar de reducir el número de gatos callejeros. Apelo al Municipio de Samborondón y a la Sociedad Protectora de Animales, por esta temática, ya que no es posible que animales indefensos, por la desidia de quienes sí hubiesen podido ayudar a prevenir el nacimiento de dichos animales, tengan que morir envenenados, porque ciertos vecinos detestan y se quejan de los gatos. (O)

Nelly Mercedes Lozada García, jubilada, avenida Samborondón