Hace unas semanas se conoció que el expresidente estadounidense Joe Biden, de 82 años, había sido diagnosticado con un cáncer prostático agresivo que se había extendido a los huesos. La biopsia confirmó el tumor con un puntaje de Gleason de 9, de un rango de 4 a 10, en el cual 10 refleja un cáncer más agresivo y de más rápido avance. A pesar de este resultado desalentador también se determinó que su cáncer reaccionaría al tratamiento hormonal, y que su vida podría prolongarse hasta una década más.

A todos los hombres mayores de 50 años se les recomienda hacerse un examen anual de la próstata, que consiste en dos partes. La primera es medir, mediante un examen de sangre, el nivel de antígeno prostático específico (PSA en inglés), cuyo rango normal es hasta un máximo de 4. El segundo componente es el tacto rectal, que tanta incomodidad causa al paciente y que a veces hace que se postergue o evite el examen. Si una persona se hace el examen anual estrictamente, es muy raro que fallezca con esta enfermedad. Puede ser que sea diagnosticada, pero a tiempo para neutralizar la malignidad. Estos cánceres se desarrollan lentamente y algunos urólogos no se preocupan de diagnosticarlo si el paciente tiene más de 80 años, pues es probable que el deceso ocurra por otro motivo.

La primera pregunta que surge en el caso de Biden es qué habría pasado con su mandato si hubiera sido reelegido presidente con un cáncer avanzado. Los problemas cognitivos ya habían sido expuestos a los medios internacionales durante el debate con Donald Trump el 27 de junio del 2024. Este último diagnóstico añadiría a la preocupación de su capacidad para ser presidente otra vez. Otra pregunta que surge es si, dado que los cánceres de la próstata avanzan lentamente (incluso los de Gleason 9), ¿cómo es que no fue detectado en los exámenes anuales anteriores? Se presume entonces que dentro del círculo íntimo de Biden se conspiró para que esta información no se hiciera pública, debido a cálculos políticos de carácter reelectoral.

Se acaba de publicar un impactante libro titulado El pecado original, en el cual los autores, Jake Tapper –quien dirigió el debate con Trump– y Alex Thompson, analizan el deterioro de la salud de Biden. Además, muestran indicios sobre la conspiración en el ocultamiento, por parte de su círculo cercano, de sus verdaderas capacidades para ser presidente durante cuatro años más. Durante un año y medio la gente alrededor de él hizo todo lo posible para disimular las incapacidades de un octogenario que mostraba signos de fatiga y confusión. Los autores describen a la intención de mantenerse en la Presidencia como una empresa quijotesca.

Muchos consideran que el largo tiempo que se tomó Biden para abandonar la carrera presidencial abrió las puertas para que Trump llegue al poder, lo cual ha dado como resultado el desmantelamiento del régimen democrático y la aparición del autoritarismo en los Estados Unidos. Debido a su insistencia en ser reelegido, a pesar de sus problemas de salud, se estaría señalando a Joe Biden y a su círculo íntimo como los responsables históricos de lo que ahora se vive. (O)