La agricultura perdió a uno de sus más conspicuos servidores que dejó la existencia terrena para trasladarse al mundo de la gloria infinita ascendiendo con el impulso de sus alas fieles a su límpido nombre, se trata del ingeniero agrónomo Ángel Gabriel Carranza Ortiz, que ejerció con lucidez las funciones de subsecretario de Musáceas a las que llegó luego de una carrera sin mácula de más de cuarenta años desde el nivel más modesto del ministerio del ramo hasta las más encumbradas posiciones, marcando una trayectoria de imperecedera huella de responsabilidad y ejemplar entrega profesional.

En la esfera gremial fue inmejorable su brillante transitar destacándose como defensor asiduo de las causas nobles y justas de sus compañeros, aun de aquellas aparentemente perdidas, entregándose con esfuerzos sin límites hasta alcanzar mejoramientos clasistas que con talento representó a nivel provincial y nacional, asumiendo varias veces la presidencia del Colegio de Ingenieros Agrónomos del Guayas y del Ecuador. En esa dimensión, capitaneó movimientos reivindicatorios logrando conquistas que se mantienen, jamás lo envanecieron los sucesivos triunfos por deslumbrantes que hayan sido, ni se inmutó frente a desengaños de pocos sin alentar resentimientos, aunque hayan sido evidenciadas, nunca perdió la ecuanimidad que practicó por siempre, siendo su vida familiar de extraordinaria ejemplaridad, cúmulo de sabiduría y de amable trato sin mirar diferencias, el diálogo abierto fue su pauta de trabajo.

Sin distingos abatía obstáculos administrativos a humildes campesinos a quienes transmitía saberes producto del estudio y práctica adquiridos en liceos, universidades y en las fincas de su patrimonio familiar, sus labores como promotor de cooperativas y comunas fueron tan efectivas que se recuerda su trajinar constante en todo el Litoral ecuatoriano, dejando impresiones profundas y duraderas de su sapiencia, era un extensionista agrícola de primer nivel y mejor difusor de nuevas tecnologías a jóvenes colegas.

Conformó y dirigió grupos de los más granados técnicos en la prevención de la Fusariosis bananera raza tropical 4, que amenaza exterminar a los musáceos comestibles, difundiendo ciencia en todas las zonas del país, sufragando con su limitado peculio los costos de movilización; con su entusiasmo logró encender la llama de la preocupación regional por ese desafío aún no superado.

Un accidente cerebral con largo sopor hasta su fatal despedida le sobrevino cuando se aprestaba a enfrentar rabiosas fieras encarnadas en falsos líderes y sus corifeos maldicientes, capaces de enajenar dignidad por ofertas burocráticas, que forjaron hostilidad induciendo su fatal desenlace. La lucha que se anticipaba pudo superarse si el régimen indolente hubiese adoptado sus acertadas propuestas, dejando crecer un conflicto, aún no resuelto, que dio apertura a un evitable martirologio con única víctima, nuestro amigo y colega, sumiendo en hondo dolor a su inconsolable esposa e hijas y a todo el pueblo agricultor conmovido por la sorpresiva partida de un íntegro servidor estatal hacia un mundo insondable bajo la protección eterna del Señor. (O)