Aunque muchos fumadores han intentado dejar de fumar, las tasas de abandono siguen siendo bajas. Según un artículo del The United States Surgeon General, aunque cerca del 45 % de los fumadores deja de fumar durante un día, solo el 5 % consigue alcanzar la abstinencia a largo plazo durante un año o más.

Las medidas de control de tabaco para prevenir su consumo han contribuido con una disminución del 6,7 % de fumadores desde el año 2002. Sin embargo, a pesar de este avance, hoy aún hay más de 1.000 millones de fumadores en el mundo y no se espera que este número cambie mucho en el futuro. Es decir, una de cada ocho personas en el mundo va a continuar fumando cigarrillos.

A partir de esto es necesario implementar políticas de reducción de riesgo y daño en el consumo que complementen las estrategias de control de tabaco existentes, lo cual ya se viene haciendo desde hace algún tiempo. La reducción de riesgo y daño consiste en busca disminuir los efectos negativos de una actividad sin eliminar por completo el comportamiento riesgoso. Para el caso de los adultos fumadores, las alternativas sin humo, respaldadas por estudios científicos, representan una alternativa para reducir el riesgo.

¿Qué avances tecnológicos en torno a este tema ha habido para que los adultos fumadores puedan acceder a alternativas?

Ante esto, las empresas apuntan a la reducción de riesgo y daños y ya han invertido en investigación científica, impulsando la innovación en busca de alternativas.

Hoy en día, ya existe una gran variedad de alternativas, como los cigarrillos electrónicos, las bolsitas de nicotina y los productos de tabaco calentado, que eliminan el proceso de combustión, causante de las principales enfermedades relacionadas con el consumo de cigarrillo.

Es importante mencionar que estas alternativas sin humo no están exentas de riesgos y siguen suministrando nicotina (la cual es adictiva), pero representan una opción de cambio para los fumadores adultos.

Esta afirmación ha sido validada por diferentes organizaciones y autoridades, entre ellas Public Health England, en cuyo estudio Evidence review of e-cigarettes and heated tobacco products 2018: a report commissioned by Public Health England la agencia británica ha dicho que, “en comparación con los cigarrillos, los productos del tabaco calentado pueden exponer a los usuarios a niveles más bajos de partículas y de compuestos nocivos y potencialmente nocivos (HPHC)”.

Esto mismo fue validado en 2022 por Cochrane, una de las redes de investigación científica más prestigiosas del mundo, que publicó una revisión de estudios sobre vapeo. Luego de analizar más de 78 estudios concluyeron que existe evidencia de certeza alta de que los cigarrillos electrónicos con nicotina aumentan las tasas de abandono del cigarrillo en comparación con las terapias de reemplazo de nicotina.

En otras palabras, estamos ante la oportunidad de que los países incluyan un nuevo enfoque orientado a reducir el daño que generan los productos de tabaco de combustión —como el cigarrillo—, basado en el cambio de los consumidores a productos que reducen el riesgo: el enfoque de la reducción del riesgo y daño en tabaquismo.

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