El tablero final del reparto de medallas en unos Juegos Olímpicos no solo deja la lectura competitiva de clasificar a los países según su número de oros, platas o bronces. Más allá de la colección de metales de los que pudieron sumarlos, casa adentro los países deberían empezar una lectura de evaluación. ¿Qué hicimos mal? ¿En qué mejoramos? ¿Cómo podemos emular o superar modelos similares a los nuestros que están teniendo éxito? ¿Qué disciplinas merecen prioridad en los presupuestos?