Diez de mayo, ocho y media de la noche. Anderson Ordóñez, con su 1,87 metros de estatura, llega a la casa de Alberto Cevallos, un guayaquileño al que conoció en enero, cuando aterrizó en Fráncfort para vincularse al Eintracht Fráncfort.
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Diez de mayo, ocho y media de la noche. Anderson Ordóñez, con su 1,87 metros de estatura, llega a la casa de Alberto Cevallos, un guayaquileño al que conoció en enero, cuando aterrizó en Fráncfort para vincularse al Eintracht Fráncfort.
Diez de mayo, ocho y media de la noche. Anderson Ordóñez, con su 1,87 metros de estatura, llega a la casa de Alberto Cevallos, un guayaquileño al que conoció en enero, cuando aterrizó en Fráncfort para vincularse al Eintracht Fráncfort.
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