El fútbol es un arte cuando hay piernas que dibujan jugadas creativas y trascendentales, y en la Copa Confederaciones, que se disputó en Rusia, brillaron jugadores que se destacaron por sus habilidades técnicas y físicas. Fue un interesante torneo en vísperas del Mundial 2018 y consideramos que dejó satisfechos a la FIFA y al país anfitrión.

Veamos lo que más impresionó:

Muy competitivo. Las selecciones que dirimieron mostraron crecimiento en su fútbol. Notable lo que desplegaron.

Los goleros. Se lucieron en reflejos y reacciones, aún recordamos sus vibrantes atajadas en partidos claves.

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El poder defensivo. Es verdad que los goles llegan por errores y desconcentración. Se evidenció a defensores que no daban un segundo de respiro a sus rivales en cancha.

Los centrocampistas. Se convirtieron en piezas claves y de accionar incansable en lo técnico y físico.

¿Y los delanteros? Esplendorosos, letales y constantes frente al área del adversario. El hincha resaltó con aplausos el buen número de golazos.

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Potencial físico. Dio la impresión de que jugar 90 minutos es poco tiempo a nivel de selecciones. Relevante físico en los 16 partidos.

El nivel técnico. Al ya no haber frenos en el fútbol, esta vía fue visible y con inmejorable técnica con la que se presentaron los ocho conjuntos en la contienda.

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Un campeón con elogios. Alemania, con equipo A, B o C, evoluciona con sus procesos que llevan más de 20 años trabajando con intenso ritmo y arrancando con los niños.

Un vicecampeón incisivo. Con todos los méritos fue Chile. Deslumbró con su fútbol clásico, funcional, pícaro y ofensivo. Un subtítulo que los honra en su lozanía.

Lo irritante. Los pésimos y sinvergüenzas árbitros designados para analizar jugadas del video que sirve como asistencia al árbitro –llamado VAR–. Un ejemplo, lo del defensor chileno Jara, que dio un codazo al alemán Timo Werner, que era para expulsión. La norma es magnífica, lo denigrante son los réferis, salvo excepciones.

Mi rival de siempre, la falta de espacio. ¡Buen día!... (O)

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