Lionel Messi sufre vestido de albiceleste. El 10 quiso ser ante Colombia (que ganó 2-0) en el debut de ambas selecciones -este sábado- en la Copa América de Brasil 2019, el 10 del Barcelona, pero la historia con Argentina volvió a repetirse. Él lo advirtió: "Argentina no es candidata".

Y no puede ser candidata porque Argentina careció ante los cafeteros de lo básico para ser un equipo: funcionamiento. No engrana, no carbura, se descompensa. Y lo que pasó en la Arena Fonte Nova, en Salvador, no se arregla en días.

El imberbe técnico Lionel Scaloni, de 41 años, carente por completo de experiencia dirigiendo, ni siquiera en clubes, perdió el partido con un 4-4-2 desordenado, carente de variantes ofensivas, de cambio de ritmo, de flujo por las bandas.

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Scaloni se refugió en "un segundo tiempo del equipo hasta muy bueno", pero en ese período, en el que ambos equipos se alternaron el control del partido, sufrió los goles de Roger Martínez, a los 71 minutos, y Duván Zapata, a los 86m. 

"Se generaron situaciones y se soportó la presión de Colombia. Intentamos jugar entre líneas, buscamos por todas partes. Al final el primer gol nos lo hacen de contragolpe", afirmó convencido el entrenador.

Paredes probó al meta David Ospina con dos remates de media distancia, Otamendi hizo lo suyo con un cabezazo que sacó abajo el 1 del Nápoles y Messi, en la misma acción, le entró mal a la pelota de cabeza en la acción más clara de peligro que tuvo la Albiceleste en todo el encuentro.

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Argentina, solo 20 minutos

Scaloni habló de "un segundo tiempo digno" de Argentina, pero 20 minutos decorosos no pueden ser suficientes para una selección que busca cortar con 26 años de sequía sin títulos, desde la Copa América de Ecuador 1993.

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"En Argentina siempre cuando se pierde es grave y llevamos todo a lo máximo", lamentó Messi. 

"Hay un buen grupo, vamos a levantar. Tenemos que hacernos fuertes, pensar en lo que viene y no bajar los brazos. Hay que levantar la cabeza y seguir", agregó el capitán poniendo la cara.

Messi se fue de Salvador debiendo, como le ha pasado en otros partidos vestido de albiceleste. Lo intentó, como siempre, pero no puede resolverlo todo. No sin socios, sin compañía, sin un equipo que lo respalde y lo entienda. Que al menos pueda devolverle una pared.

Ni qué decir de Sergio Agüero o Ángel Di María, dos de los cuestionados históricos del fiasco del Mundial 2018 y que Scaloni rescató también con Otamendi.

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Del temible cañonero del City, el de los 32 goles en la temporada europea, sólo se vio el apellido en la casaca 9. Y de Di María se supo en el partido cuando no saltó a la cancha para el segundo tiempo.

¿El campo de juego?

Y así como le fue al de los Citizens y el del PSG, le fue al resto. Hasta Armani, que no tuvo responsabilidades en los goles, estuvo a punto de mandarse un error imperdonable en el área pequeña intentando salir jugando con Otamendi.

Además, para justificar lo injustificable, Scaloni también buscó excusas en el estado del campo de juego del Fonte Nova calificándolo como "lamentable".

"No me imagino lo que va a ser cuando se jueguen dos o tres" partidos, sostuvo el seleccionador.

En la otra orilla, el portugués Carlos Queiroz, radiante por su primera victoria con Colombia en un torneo oficial, apenas sonrió al ser consultado por lo dicho por su colega. "¿Qué vamos a hacer ahora? ¿Llorar?".

Quizás eso fue lo que le faltó al mejor del mundo cuando se marchó del Fonte Nova. Porque Messi volvió a ser aquel hombre triste que se frota la barba caminando cabizbajo cuando se viste de albiceleste. (D)