Las placas tectónicas del deporte se sacudieron como nunca. Un sismo de proporciones globales se produjo a las 13:56 del martes 25 cuando en el programa Superfútbol, del canal TyC Sports, de Buenos Aires, se informó que Messi había comunicado al Barcelona que se iba del club de su vida. Al instante, se propagó como un incendio en todos los medios del mundo. Por segunda vez en la historia todas las cadenas de TV estadounidenses interrumpieron su programación para emitir una información deportiva. “En CNN cortamos todos los programas en las señales Estados Unidos, Internacional, Brasil, Chile, Turquía, Indonesia, Filipinas y Árabe para salir con lo de Messi. Lo mismo pasó con Fox Sports, ESPN, CBS, ABC y NBC. Desde la muerte de Muhamad Ali no se rompían todas las plataformas a la vez con una sola noticia, pero nunca por un personaje extranjero”, informa Dito Lemos, colombiano que labora en CNN en Atlanta, Georgia. Y menos por una estrella del fútbol, que no es el deporte rey allá. Fue portada de todos los medios deportivos del planeta. Ese martes, Messi superó al coronavirus en cantidad de búsquedas en Google a nivel mundial. Y las palabras burofax, Bartomeu o Manchester City también crecieron exponencialmente. El estadígrafo español Mister Chip recibió en su cuenta de Twitter 20 millones de interacciones en una tarde. Un terremoto mediático inédito. Había motivos: la especie envolvía al, para muchos, mejor futbolista de la historia junto a Di Stéfano, Pelé y Maradona con el club que fue su gran amor. La novela de La Pulga, el niño esmirriado que irrumpió en Primera junto a Ronaldinho y asombró al mundo por su habilidad en velocidad, sus goles y gambetas imposibles, fue real. La pareja Barça-Messi se llenó de gloria, fama y dinero. Era una foto para siempre; hoy está rota al medio. Aún suena increíble.