La industria del deporte profesional mueve muchas pasiones y también bastante dinero, pero a la profunda crisis que esta actividad atraviesa por la pandemia del COVID-19 se suma otro problema: las más importantes ligas de Estados Unidos afrontaron un boicot –que podría repetirse de acuerdo con las circunstancias– generado por la intolerancia racial.

El deporte en el mundo, en general, sufre pérdidas económicas y con el fin de salvar por parte del negocio se reactivaron las acciones bajo estrictos protocolos de controles sanitarios y sin presencia de público. Estas pérdidas eran inevitables y han sido monumentales porque, para hablar de Estados Unidos, la falta de público ocasiona merma de ingresos por taquilla, venta de recuerdos, restaurantes, publicidad interna, parqueaderos y otros rubros de mercadeo.

Los derechos por las transmisiones por televisión son, al sacrificar la presencia del público para evitar la propagación del coronavirus, el ingreso más fuerte para competencias como las de la NBA, las Grandes Ligas y la MLS. “Del ahogado el sobrero”, dice un viejo refrán. En estas circunstancias, los niveles de audiencia han subido de manera notable y habrá que esperar las cifras por anunciantes y más auspicios.

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Pero cuando parecía que la tensión social por el discrimen racial se había reducido luego del asesinato del afroamericano George Floyd –ocurrido en Minneapolis el 25 de mayo pasado, después de que el policía Derek Chauvin se arrodilló sobre su cuello durante casi ocho minutos, otros tres expolicías están acusados de complicidad e instigación de homicidio intencional sin premeditación y de complicidad en homicidio involuntario– se produjo el caso de Jacob Blake, ciudadano de raza negra que recibió siete balazos de un policía de Kenosha, Wisconsin, frente a tres de sus hijos. Esto reavivó las protestas masivas y provocó que basquetbolistas y beisbolistas suspendieran varios juegos.
La NBA comandó las protestas cuando los jugadores de los Bucks de Milwaukee, justamente del estado de Wisconsin, boicotearon el quinto juego de la primera ronda de playoffs. La NBA y el sindicato de jugadores apoyaron la medida, que fue secundada por otros equipos. Luego volvió la acción al complejo Disney World, la llamada ‘burbuja’, donde se desarrollan los playoffs del mejor básquet del planeta.

Personalidades como LeBron James, Michael Jordan y el expresidente Barack Obama sugirieron crear “un comité de justicia social para asegurar que las acciones del bloqueo (boicot) se transformen en un compromiso serio que produzca enjuiciamientos a criminales y una reforma policial.

El entrenador de los Clippers de Los Ángeles, Doc Rivers –afrodescendiente– dijo: “Nos están cazando, nos están disparando. Amamos este país, pero este país no nos ama a nosotros”. Y con lágrimas agregó: “Creo en los buenos policías, mi padre era uno de ellos”. También hubo protestas en WNBA (ente rector del básquet femenino). Las jugadoras usaron camisetas con imágenes con las que rechazaban los siete disparos a Blake.

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En la MLB fueron varios los compromisos que se cancelaron por decisión firme de los beisbolistas. Ocurrió de manera inédita cuando los Marlines de Miami y Mets de Nueva York salieron al campo, hicieron los calentamientos, se presentó el primer jugador a la caja de bateo, pero de inmediato los peloteros de ambos equipos se alinearon fuera de las bancas, hicieron una reverencia, saludaron, un jugador colocó en el home plate una camiseta alusiva al ataque y se retiraron.

En la MLS se pospusieron todos los encuentros y solo el propietario del Real Salt Lake, Dell Loy Hansen, mostró su desacuerdo. “Han tomado mucho viento mis velas respecto a cuánto quiero invertir, comprar jugadores y construir el equipo. La falta de respeto fue profunda para mí”, dijo. La Asociación de Jugadores le respondió rápido: calificaron sus declaraciones como “repugnantes”.
Las acciones de boicot reflejaron la frustración de gran parte de la sociedad de EE. UU., que siente que nada se ha hecho por mejorar la situación para terminar con la discriminación y violencia racial. (O)