En los días que se conoció que el famoso tenista sueco Bjorn Borg –dueño de un estilo elegante, con un revés a dos manos tan solo comparables a los de Pancho Segura o Jimmy Connors, con 63 títulos, seis en Roland Garros y cinco en Wimbledon– con apenas 26 años decidía retirarse, argumentando que se le hacía complicado jugar, porque la voluntad y la energía las había perdido, todo el mundo del tenis se quedó absorto. ¿Cómo así, en plena juventud, con la calidad para seguir entre los mejores del mundo por mucho tiempo más, había decidido su retiro? Un artículo publicado por la Sociedad Norteamericana de la Psicología del Deporte concluyó que la decisión de Borg fue propiciada por la falta de apoyo científico para equilibrar dos factores asociados, la estabilidad y el locus de control, y que si hubiese estado cerca de un psicólogo deportivo la historia hubiera sido diferente. Hoy en día los deportistas de élite lo tienen a la mano, porque entienden que tanto los músculos como la mente deben ser ejercitados por especialistas.