Transcurría noviembre del 2004 cuando recibí la visita de Sixto Suárez Noboa, quien entonces fungía como presidente del Club Sport Patria. Él era uno de los pocos patricios que subsistían ligado sentimentalmente con el club de sus amores. Sixto Suárez fue arquero del decano del fútbol ecuatoriano entre 1957 y 1958. Enamorado de su equipo, cuando todos habían arrojado la toalla, él siguió buscando quienes lo acompañaran en su quijotesca labor de darle al cuadro plomo y blanco el nivel y categoría perdidos.

Ese día que entró a mi oficina se lo notaba cansado, pero no desanimado. Lo que me iba a contar del Patria no eran noticias refrescantes. Y efectivamente no tardó mucho en comentarme que el club estaba sancionado por la Asociación de Fútbol del Guayas y que, si no se cancelaban valores pendientes, Patria podía desaparecer y dejar de constar como equipo de segunda división e incluso perder el registro de afiliación en la Asoguayas.

Damián Díaz, y pare de contar, es la inteligencia en Barcelona SC. Cuando lo cambian todo es confusión

Suárez abrió una pequeña libreta negra y me mostró la calamitosa situación económica del club. La lista de acreedores era interminable. Interrumpió bruscamente el muestrario y dijo una frase sentida que recuerdo perfectamente: “Como patricio de corazón, debemos salvar al club”.

Publicidad

Patria, campeón invicto de 1958 del torneo profesional de Asoguayas. Colón Merizalde (i) acecha la portería de Everest. Foto: Archivo

Me comprometí a revisar las cuentas y ver qué se podía hacer en Asoguayas para rescatar al decano del balompié nacional. Y se pudo conseguir la meta, aunque el valor adeudado era mayor al que constaba en la libreta negra de Sixto Suárez. Se consiguió el objetivo: el histórico Club Sport Patria recuperó su presencia en el fútbol profesional.

Inmediatamente, Suárez llamó a los pocos socios patricios y convocó a elecciones. Fue él quien me postuló como presidente durante 2005 y 2006. Se ganó el título de la segunda categoría del Guayas y Patria estuvo muy cerca de ascender a la serie B, de no haber existido algunos intereses oscuros en las más altas esferas de la FEF. No les interesaba que Guayas tuviera otro voto y presencia en los congresos.

En Emelec, menos Andrés Ricaurte, los extranjeros aprobaron. Pero hay problemas

En Ambato fui testigo del partido en que el Patria se fue de la A, en 1970. Fui parte del equipo en el campeonato nacional de segunda de Asoguayas en 1971 y pude conseguir el título de goleador de ese torneo. Esa sinergia sentimental permanente me permitió ser el presidente del club en el 2005.

Publicidad

Mi primera misión como dirigente fue recuperar en la memoria del aficionado guayaquileño las grandes jornadas que tuvo el Patria. Para concretar ese propósito contacté a Mauro Velásquez Villacís y le propuse que escribiera la historia del club. Mauro aceptó inmediatamente, pero observó algo importante: “Escribir la historia de un club que nació en 1908 es una tarea enorme. Te recomiendo enmarcarnos en sus grandes momentos”.

El Maracanazo y los secretos de Brasil 1950

Don Agustín Febres-Cordero Tyler, fundador y uno de los principales inspiradores del nacimiento del Decano del Fútbol del Ecuador, el Club Sport Patria, manifestó en 1906: “Teniendo como salón de sesiones nada menos que las pampas de La Atarazana, resolvimos constituirnos en una institución deportiva”. Dos años más tarde, le dieron vuelta a esta idea muy agradable y reunidos en el descanso de la escalera de la casa situada en las calles Pichincha y 9 de Octubre, que pertenecía a los herederos de don Julián Aspiazu, resolvieron crear en forma definitiva el Club Sport Patria, nada menos que el 18 de septiembre de 1908.

Publicidad

Patria, campeón invicto de 1958 del torneo profesional de Asoguayas. Carlos Gambina (i), argentino de Patria, trata de marcar ante Everest. Foto: Archivo

Campeones por derecho propio, por esfuerzo desplegado en los soleados mediodías en polvorientas canchas de sartenejas, con zapatos duros, tiesos, no como las zapatillas de ballet que son hoy los botines de los jugadores contemporáneos. Con uniformes sencillos, sin telas especiales, superlivianos, como los de ahora. Jugando por las ganas de hacerlo, porque amaban su deporte, no como hoy en que al más ligero atraso en el pago de sus sueldos los jugadores salen a reclamar por radio y televisión, alcahueteados por periodistas que reciben algo más que las gracias. Ellos jugaban porque querían hacer deporte, y lo económico, si lo había, era secundario. Cabe poner punto final diciendo, como en la letra de un popular tango: “Eran otros hombres, más hombres los nuestros”.

En su libro, Mauro Velásquez destaca a grandes futbolistas que vistieron la camisa ploma y blanca, entre ellos a José María Jiménez Díaz-Granados, a los hermanos Bores, Merizalde, Mawyín y Saeteros; a Jaime Galarza, Miguel Bustamante, Enrique Raymondi, Carlos Gambina, Alfredo Bonnard.

En 1958, cuando Patria cumplió 50 años de vida, Carlos Eiser, presidente del club, armó un plantel poderoso que ganó invicto el torneo del Guayas. Llevó a Raymondi, Nelson Aurea, Miguel Bustamante, y trajo extranjeros de primer orden, como el uruguayo Hortensio Patrullero González. Pero lo más importante: confió en Gregorio Esperón, exseleccionado argentino, como DT.

La obra también recuerda la época inolvidable de los Caras Sucias, cuando en 1965 llegó sangre nueva para refrescar al fútbol guayaquileño. Era un espectáculo ver jugar a la juvenil delantera formada por Roberto Briones, Vicente Mawyín, Benito Valdez, Harry Mawyín, apuntalados por jugadores expertos como Juan Saeteros, José Merizalde, Fortunato Chalén, Alfredo Bonnard.

Publicidad

La vigencia de Patria como un equipo de fútbol competitivo fue decayendo con el pasar de los años, hasta que llegó el último partido del campeonato nacional en 1970, cuando cayó frente al Macará y se perdió la categoría.

El periodista Guillermo Valencia León (Valenciano), sobre ese lamentable evento escribió un artículo, “La caída del Patria”. En sus párrafos principales decía: “Cuando un equipo cualquiera cae, ni se levantan olas de opinión. Es un caso común que se hermana con lo natural y presumido. Pero cuando el que baja arrastra una tradición, entonces el lamento es grande y el sentimiento se contrista. El Club Sport Patria fue fundado el 18 de septiembre de 1908. Es el instituto de mayor trajín en la actividad del deporte. Muchos de sus fundadores son seres vivientes y dueños de una tristeza que se justifica plenamente. La obra de ellos, de esos pioneros, se hundió. Momentos inolvidables, horas solemnes de triunfos. Dirigentes que sentaron hitos memorables. Jugadores que pusieron la divisa gris al tope en todos los estadios. Hinchas que llevaron la bandera sin la estridencia de las grandes multitudes, pero sí con la fe y el entusiasmo que contagia y enaltece. El cincuentenario tuvo un eco campeonil. Todavía resuena. Fueron horas que difícilmente se olvidan”.

Sigue la nota: “El duro impacto de la militancia en segunda división. Jugar ante menos público, con limitación de crónicas emotivas y escasos programas de expectación, puede resultar deshonroso. De ninguna manera. Menos, para un Patria que tiene historial rico, nutrido de triunfos, de posición brillante en todas las tablas de campeonatos, ciertamente golpea con fuerza”.

Han pasado muchos años de aquello y la esperanza de unos pocos continúa. Hoy, con grandes esfuerzos, Carlos Xavier Andrade y su directiva siguen intentando que Patria regrese a la primera categoría. Algún día, más pronto que tarde llegará, porque subsiste el entusiasmo y, sobre todo, el respeto a la historia de este legendario club de fútbol guayaquileño. (O)