Todos los títulos son importantes. Quien no valora ganar una Liga Conferencia de Europa que se corra y la deje para otro. Lo mismo pasa con la Copa del Rey, la Copa Italia, la Conmebol Sudamericana o una Recopa. Parecen torneos menores, pero ser campeón cambia el presente de los clubes, los mejora hacia el futuro, les da ánimo a jugadores e hinchas, cotiza al plantel y genera ingresos. Todo el ecosistema del club cobra un impulso positivo. Después de tres años convulsos y a pura pérdida, el Chelsea se regaló una goleada ante el Betis en la final de Polonia y redondea una temporada que pasó de discreta a aceptable al clasificar a Champions, y ahora de aceptable a buena al levantar el trofeo de esta nueva Liga Conferencia que lleva apenas cuatro ediciones.

Hay más: el técnico aumenta su crédito, trabaja tranquilo, y los futbolistas ven brillar su palmarés. Ejemplo: a los 24 años, Enzo Fernández ya es campeón mundial, de América, de Argentina con River, de Portugal con Benfica, de la Sudamericana con Defensa y Justicia y ahora suma su primera corona continental en Europa. En el caso de Moisés Caicedo, alcanza su primera conquista, la necesitaba. También sus otros compañeros, el Chelsea había pagado fortunas por casi todos y debían justificar.

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No obstante, hay un adicional también valioso: este logro le viene de perlas a un grupo de jugadores costosísimo (922 millones de euros), aunque muy joven. Le da un barniz de experiencia y confianza. Con un zaguero y un delantero importantes puede seguir creciendo en Premier y acometer con alguna pretensión la Liga de Campeones.

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El periodismo que critica toda iniciativa (lo recordamos especialmente cuando la Eliminatoria Sudamericana pasó al apasionante formato de todos contra todos y se dijo que era un disparate) fustigó la creación de esta Liga Conferencia, la hermanita menor de la Champions y de la Europa League. Sin embargo, le da oportunidad de competencia internacional a otros 36 equipos europeos que no son el Bayern Múnich, el Real Madrid o el Barcelona, pero en sus países tienen tradición y popularidad. Clubes que llenan los estadios y viven una ilusión distinta. Fiorentina, Legia Varsovia, Partizán, Panathinaikos, Rapid de Viena, Vitoria Guimaraes... El Chelsea es distinto, bicampeón de Europa y con una historia ilustre. Y el Betis, que nunca alcanzó una final internacional, se sintió importante por una vez en la vida. Miles de andaluces viajaron felices a Polonia, se vieron protagonistas en Europa, fueron centro de atención, lo que nunca..

El cuento de hadas a los sevillanos les duró un tiempo exacto. Individualmente, un conjunto kilométricamente inferior el Betis. Y encima con ausencias notables: Cucho Hernández, Diego Llorente, Chimy Ávila, Héctor Bellerín, Lo Celso, aunque esté alcanzó a jugar los últimos nueve minutos. Para un plantel tan discreto es una herida sangrante. Para peor también salió lesionado su delantero más desequilibrante y autor del gol: el marroquí Abde. Lo acompañó al vestuario el suizo-chileno Ricardo Rodríguez, otra baja por cuestión física. Demasiada desventaja para un humilde. También hay que contar entre los ausentes a Antony, que estuvo en el campo, pero virtualmente no jugó. Miró el partido desde un costado casi sin participar. Fue uno menos. El Manchester United lo fichó en 100 millones de dólares y luego lo dio a préstamo sin cargo (¡al Betis…!) ¿Qué hacer con un técnico como Erik ten Hag, que solicitó expresamente su contratación …?

Pese a todo, un Isco iluminado le regaló un sueño en la primera parte. El ex Real Madrid manejó los hilos verdiblancos, lideró con inteligencia, habilitó a Abde para el primer gol, beneficiado porque Malo Gusto estaba en cualquier parte menos en su punta, marcándolo. Y el extremo con paso por el Barcelona le entró de lleno a la bola, bien cruzada, y puso a ganar al cuadro español. El Betis tuvo luego dos más para aumentar, una fallada de manera imperdonable por el norteamericano-brasileño Johnny Cardoso, de frente al arco de Jorgensen. Eso tal vez costó el título, porque era el 2 a 0. Nunca lo sabremos. Más allá de Isco, era un Betis organizado, concentrado, con presión alta y acertado en la circulación ante un Chelsea estático, apático y sin ideas.

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El cuadro londinense, completamente borrado en los primeros 45 minutos, aprovechó muy bien las lesiones béticas y sus ocasiones de gol perdonadas. Salió al complemento seguramente sacudido por su técnico Enzo Maresca en el entretiempo. Porque fue otro, más dinámico sobre todo. Y más ofensivo. Cole Palmer, el más desequilibrante de los azules en el primer lapso, fue decisivo una vez más en el segundo. Dos servicios suyos significaron sendos goles de Enzo Fernández y Nico Jackson. Ambos, hay que decirlo, con la complicidad del defensa brasileño Natan. En el primero, Enzo le comió la espalda; en el segundo, simplemente miró cómo Jackson se le anticipaba y se quedó estaqueado. Como sea, en cinco minutos lo dieron vuelta los de Stamford Bridge.

En el mismo instante del empate del Chelsea quedó la sensación, instantánea, de que el Betis no lo ganaba más. Mucha diferencia de categoría individual. El sexto de la liga española no está para competir ni con los diez primeros de Inglaterra. En España son el Barcelona, el Madrid, el Atlético y luego el páramo. En cambio los de la Premier, sin vivir un año esplendoroso a nivel continental, tuvieron una cosecha abundante: Tottenham y Manchester United definieron la Europa League, Arsenal fue semifinalista de Champions, Chelsea ganó la Liga Conferencia y para la temporada próxima irán nueve ingleses a las tres competiciones.

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Cuando el partido expiraba, Jadon Sancho hizo uno de esos goles que se dan por centenas cada fin de semana: amague de ir por fuera, enganche hacia adentro y remate con rosca arriba, al segundo palo. Hay miles de goles iguales. Si hay precisión, son todos goles. El arco tiene 7,32 por 2,44 y los arqueros no llegan. El postre fue dulcísimo para Moisés Caicedo. En una contra, Enzo Fernández le dio un pase impecable, a ras, frontal a la portería, y el ecuatoriano le pegó fuerte para el 4 a 1 final. Es lo que se le pide a un jugador de clase: que se anime, llegue al área y pruebe cada tanto. Broche perfecto. Para el Chelsea y para Caicedo, que llega con la moral por el cielo al partido con Brasil.

Cole Palmer recibió el premio al mejor de la final, y está bien, es un talento con una zurda de terciopelo, aunque lo de Enzo Fernández fue quizás más completo: marcó, asistió y tuvo un ida y vuelta incansable, que lastimó al Betis. Incluso pudo marcar un gol más si Jackson le pasaba la bola en una contra en la que se fueron los dos solos. Nico, en su indocilidad técnica, se llevó por delante la bola y la atrapó el golero Adrián. Enzo terminó bien la temporada: 8 goles, 14 asistencias, capitán, depositario de la mayoría de las triangulaciones y encargado de llevarla hacia adelante siempre. Ha mejorado.

El Chelsea también baja el telón con sonrisas. Eso si, para aspirar a objetivos mayores debe crecer como equipo. Este Betis no te puede dar un paseíllo de cuarenta y cinco minutos. (O)