Reafirmamos nuestro concepto de la columna anterior: ningún otro fútbol de América del Sur (y del área Concacaf podría ser Estados Unidos, apenas), muestra el avance y los progresos del ecuatoriano. Avance sostenido, sin caídas. Y en todas las áreas: formación de buenos futbolistas, carácter, técnica, competitividad, biotipo, mejoramiento general de los clubes, fortalecimiento de sus selecciones. Acaso no han surgido entrenadores ecuatorianos de prestigio, con títulos o una obra para mostrar. Ese sigue siendo un déficit. En todo caso, ese punto no es óbice para afirmar resueltamente su notable ascenso. Hay una realidad: el sólo hecho de estar debatiéndose el tema refleja su crecimiento y esto dice que al segundo lote (el primero es Argentina y Brasil) le ha salido un rival directo. Porque ya no se volverá al tiempo anterior: Ecuador subió para quedarse en un estrato que hasta ahora compartían Chile, Colombia, Paraguay y, en los años ‘60 y ‘70, Perú. Y esos cuatro ven ahora que el fútbol tricolor los está pasando.