El diminuto Catar organiza un Mundial de fábula y entra en la historia del fútbol con un solo disparo. Su vecino Arabia Saudita da un golpe de efecto al contratar a Cristiano Ronaldo y obligar a que los focos del universo apunten hacia el Golfo Pérsico. Por cierto, la selección saudí dio el campanazo inicial en la Copa del Mundo al vencer al que sería campeón, Argentina. Túnez venció a Francia, Marruecos le ganó a Bélgica y eliminó a España. El mundo árabe ha pegado un grito de liberación futbolística: ¡Aquí estamos…! ¡Nosotros también podemos…! Es una magnífica noticia para la industria del fútbol, que encuentra nuevos mercados ávidos de pasión. La expansión de la número cinco no para.