Los goles marcaron la penúltima función de la Eliminatoria, que el martes baja el telón definitivo. No es que fueran demasiados, sí resultaron significativos. El de Perú, que fue gol aunque Havelange se levante de su tumba y nos venga a decir que no. Un gol que vuelve a enrostrarnos nuestro tercermundismo con ese VAR a la criolla, que funciona a discreción, un día sí y dos no. El gol de Lucho Díaz que puso fin al calvario de Colombia con la red, un desamor que duró siete partidos y 58 minutos. Los goles de Brasil, siempre tan impiadoso, que hundieron la embarcación chilena. El gol de Messi, que volvió a ser Messi luego de meses de oscuridad en la Ciudad Luz. Y los inesperados goles de Paraguay que mandaron a Ecuador a dormir temprano y sin ganas de festejar. También los goles que sufrió Bolivia, que igualó su marca de la Eliminatoria anterior: 38 recibidos.