Por estos días José Auad Valdez pretende ponerse de moda, como sea. Se trata de un socio del Club Sport Emelec, con frustradas ambiciones presidenciales, que ha conseguido algo que no es precisamente para sacar pecho. Con base en un estilo estrambótico, en declaraciones estridentes, alucinantes promesas de campaña, y últimamente por hacer acusaciones (¿difamatorias?) sin pruebas, logró que el medio futbolero nacional se forje -justa o injustamente- un criterio casi unánime respecto a él, cuando habla de los eléctricos: que pocos lo tomen en serio.

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Hace dos décadas Auad tuvo una participación intrascendente, pero llamativa por lo extremadamente fugaz, como titular de la Comisión de Fútbol azul. Que ejerciera ese cargo es solo un decir. Fue cosa de escasos días. En el breve lapso las múltiples propuestas incumplidas de contrataciones y de fortalecimiento financiero estuvieron a la orden. Hasta que rápido se desentendió de su responsabilidad y se marchó sin presentar una renuncia formal.

José Auad responde a Nassib Neme: Tiene miedo de que yo sea dirigente en Emelec, porque le voy a preguntar dónde están los millones por la venta de jugadores. Ya me reuní con Pileggi por la crisis del equipo

El martes 4 de enero del 2005 Auad fue nombrado presidente de la Comisión de Fútbol de Emelec y juró que tenía “casi contratados” al mundialista argentino Ariel Burrito Ortega y al peruano Flavio Maestri. Pero un mes después ya acumulaba algunas semanas como ‘prófugo’ de la presidencia. Auad se fue sin avisar. Se hizo humo. El sábado 5 de febrero del 2005 Jorge Arosemena Gallardo, entonces mandamás millonario, informó en Diario EL UNIVERSO, esto acerca del asombroso espectáculo de escapismo montado en el estadio Capwell: “El señor Auad renunció por ausentarse de su cargo. No se ha presentado a la institución desde hace 30 días. Él ha renunciado, nadie lo ha presionado para que lo haga”.

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Tiempo después reapareció como bullicioso precandidato para las elecciones del 2017, proceso en el que finalmente no oficializó su inscripción. Auad ofreció en aquella ocasión un proyecto faraónico, ganar la Copa Libertadores (sin explicar jamás cómo lo haría), trajo de paseo a un entrenador argentino que tenía dos años sin dirigir (sigue sin hacerlo), y demagógicamente propuso la conformación de una especie de Dream Team. Entre tanta alharaca, Auad olvidó detallar sus planes a través de la presentación de un programa de trabajo serio.

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De Auad solo se sabe cuando es víspera de elecciones en Emelec (y a veces también cuando el equipo de fútbol anda mal). Volvió a la carga en diciembre del 2021, cuando el directorio millonario confirmó como día para la realización de comicios presidenciales el 30 de enero del 2022.

Sin embargo, ese intento electoral -y otros posteriores- fue bombardeado por el candidato Auad, y por miembros de su lista, cada vez que interpusieron recursos de amparo ante la justicia ordinaria. Retardaron, hasta por diez meses, las votaciones. Con Auad no existe lógica. Exigía a gritos la inmediata salida del directorio emelecista en funciones; sin embargo, extrañamente hizo todo lo posible por alterar la normal realización de los comicios. Finalmente logró que personas y organismos deportivos totalmente ajenos al club del Astillero se entrometan en la autonomía del club porteño mediante la supervisión de sus comicios. Se sentó así un pésimo precedente.

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Jamás se podrá determinar con certeza cuánto daño le hizo a Emelec, deportiva e institucionalmente, la desnaturalización de su contienda electoral y los efectos de ese bochornoso desorden en la complicada actualidad del equipo de balompié.

“De vez en cuando aparecen personajes que se sienten tocados por la divinidad (o por la Historia)”, escribió el periodista mexicano Fernando García Ramírez en la introducción de una entrevista publicada el 28 de septiembre anterior en la revista de cultura Letras Libres. Esa sentencia le calza a la perfección a José Auad.

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En días recientes, en una nueva muestra de incontinencia verbal, Auad ha repetido el discurso populista de su última campaña, en la que perdió por goleada -su votación fue la más baja entre los tres aspirantes a la presidencia eléctrica-: “yo puedo salvar a Emelec”.

Con el empleo de un discurso casi mesiánico Auad, o Mister Yo, ha asegurado, ayer y ahora, cosas de este tipo: “Yo tengo un plan de muchos millones para Emelec”, “Yo habría sido campeón de la Copa Libertadores”, “Yo ya hablé con el técnico portugués Rui Almeida”, “Yo tengo buenos auspiciantes. Cuando gane los anunciaré”, “Yo tengo tres opciones fenomenales (de entrenador) para revolucionar el fútbol en el Ecuador”, “Yo tengo un técnico que es una bomba y lo voy a presentar en una rueda de prensa, días antes de las elecciones (nunca presentó a nadie)”.

El interminable abuso del ‘yo’ que hace Auad implicó una aseveración imposible de concretarse, hecha el pasado 25 de septiembre . “Yo asumiré para sacar a mi club de este mal momento”. No puede hacerlo porque no es presidente, vicepresidente, secretario, y tampoco vocal del directorio eléctrico.

También hay distorsiones de la verdad generadas por el caso yoísmo de Auad. Por ejemplo: “Yo fui quien logró que suspendan a (Nassib) Neme por ocho años para que no vuelva a la dirigencia”. Eso no sucedió. Después de perder las elecciones de enero de 1994, Neme se retiró de la dirigencia por voluntad propia, hasta que resolvió regresar en el 2008 como asesor de la Corporación Capwell y luego, del 2009 al 2022, fue presidente del club.

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Y las extravagancias siguen. “Yo he cumplido todo lo que prometí”, remarca Auad, orgulloso de usar la primera persona del singular para referirse a un suceso irrelevante: traer a Guayaquil a David Trezeguet. En términos prácticos, ¿de qué rayos le sirvió a Emelec, y a su equipo de fútbol, que en enero del 2022 viniera el ilustre campeón del mundo con todos los gastos pagados por Auad? De nada. No hubo ningún nexo oficial entre Emelec, como institución, y el exatacante de Francia en el Mundial 1998.

Si ganaba las elecciones, según el patrocinador de esa visita turística, el exdelantero franco-argentino iba a ser, supuestamente, el revolucionario director deportivo de Emelec. Pero Auad no revisó el currículum de Trezeguet: no tiene ninguna experiencia en el campo dirigencial. Es más, cuando le preguntaron a Trezeguet sobre sus planes no pudo explicar qué haría. “Veremos en su momento”, se limitó a responder en rueda de prensa

Y en cuanto a muestras de humor involuntario dadas por Auad hay muchos botones. “Yo traeré a Luis Suárez (cuando el uruguayo habló de ofertas recibidas nunca mencionó una de Auad)”, “Yo tengo 18 patrocinadores”, “Yo voy a llevar a Emelec a una final de la Copa Libertadores”, “Yo hablé con la aerolínea con Emirates Fly Better (para que sea el nombre comercial del estadio Capwell)”, “Yo tengo un preacuerdo con el capitán de Bulgaria”, “Yo le hice una oferta a Hugo Sánchez”, “Yo tengo un presupuesto redondeado de casi $50 millones”, “Yo tengo un proyecto de muchos millones de dólares”, “Yo tengo acuerdos con sponsors del exterior”, “Cuando yo me siente en la presidencia de Emelec”, “si Omar Quintana le ganaba las elecciones a Elías Wated yo hubiera sido el Nassib Neme de estos”, “en el 2024 yo haré el mejor Emelec de la historia (no podrá porque ese año no habrá elecciones en la entidad eléctrica)”.

Si en realidad Auad quiere ayudar a Emelec, si esa es su verdadera intención, primero debería aterrizar, poner los pies sobre la tierra y dar señales de madurez como dirigente. Luego debería buscar un acercamiento con el directorio cada vez más desmembrado de José Pileggi -Auad afirma que ya hubo contactos con el presidente emelecista- y si su propuesta es rechazada debe aceptar, sin hacer escándalo, que no fue bienvenido para colaborar.

Más allá de los resultados que en sus cuatro años de gestión consiga Pileggi (quien aprende al andar porque asumió sin experiencia previa. Nunca antes fue dirigente de alto rango en un club profesional. Ha cometido errores, ha hecho declaraciones desafortunadas y ha endosado culpas a terceros) el club que se distinguió por el señorío y mesura de George Capwell, Víctor Peñaherrera, Enrique Villacís Páez, Walter Jouvin, Enrique Baquerizo Valenzuela, Gabriel Roldós Garcés, Antonio Briz Buide, Munir Dassum, Chafik Dassum, Elías Wated, Ricardo Estrada, Luis Chiriboga Parra, Johnny Fellman, Ferdinand Hidalgo, y Nassib Neme requiere, entre otras cosas, que al menos los socios que se postulen para futuras elecciones hayan sido directivos de vasta experiencia.

Si los tres novatos contendores en las elecciones de noviembre del 2022 hubiesen contando en sus hojas de vida con largos años de servicio como dirigentes en altos cargos de Emelec, tal vez los que perdieron hoy podrían aconsejar con sapiencia al presidente de turno. Lo harían con base en la pericia y no por la vía de las declaraciones irrisorias, el alboroto, comportamientos fuera de lugar y la venta de humo. Es urgente para la imagen y estabilidad institucional de Emelec un retorno a las raíces de profunda seriedad de conducta, un aspecto que distinguió a sus aspirantes presidenciales y a sus socios, en general. (O)

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