La carta de despedida que redactó Gustavo Alfaro, y que él difundió el domingo pasado en redes sociales, debe ir directo al tacho de la basura. Ese texto del extécnico de Ecuador no tiene ningún valor para los que nos gusta el balompié, para quienes sentimos a la Selección como una organización. Creo que para la Federación Ecuatoriana de Fútbol debería ser lo mismo porque es un mensaje lleno de sentimentalismo, pero en el que Alfaro no explica las razones de ciertos hechos polémicos.

No dice Alfaro en su carta por qué se tomó siete meses y medio para decidir finalmente que no iba a renovar su contrato con la FEF (las conversaciones empezaron antes del viaje a la Copa del Mundo). Hay muchas otras preguntas sobre temas controversiales que Alfaro no menciona en su misiva.

¿Por qué hizo una convocatoria mundialista tan comprometida? ¿Por qué causó una crisis seria con la Federación por el caso de Byron Castillo, como ya lo reconoció Francisco Egas, al intentar incluirlo en la lista? ¿Por qué puso su cargo a disposición de la FEF una semana antes del Mundial? ¿Por qué armó tan mal el plan de juego para enfrentar a Senegal? ¿Por qué explicó tan mal la razón de ir a una Copa del Mundo? A ese torneo se va a competir y a ganar todo lo que se pueda. No es un éxito simplemente clasificar y estar ahí, como dijo Alfaro 24 horas antes de medir a los africanos.

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El argentino se va en silencio en cuanto a aspectos importantes. Alfaro no ha presentado ningún informe técnico a la FEF y mandar una carta llena de tanto sentimentalismo es un buen argumento para evitar hablar de cosas trascendentales.

La FEF y su Comisión Nacional de Selecciones no solo deben exigirle a Gustavo Alfaro que entregue un reporte de su trabajo. Es parte de la responsabilidad del entrenador elaborar ese informe porque fue empleado de la Ecuafútbol hasta que se terminó el Mundial para la Tricolor. Seguramente, en algún momento, va a cobrar todo lo que se le adeuda y debería ser un compromiso entregar ese documento de trabajo.

Debe referirse a todo lo que sucedió en Qatar, pero no como lo hizo Reinaldo Rueda luego del Mundial de Brasil 2014, cuando el colombiano le dio a la Federación un informe de 27 páginas de las cuales 24 eran fotografías de la Selección.

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Alfaro tiene la obligación profesional de hacer un informe. Ojalá la FEF se llene de valor y se lo exija. Con esta despedida Alfaro trata de marcharse inadvertido. Él sabe dónde habla y con quién lo hace. Alfaro fue muy selectivo para dar declaraciones. El suyo ha sido un silencio casi estructurado. Hablaba con quien lo iba a escuchar sin contradecirlo. A quienes se mostraban cuestionadores los categorizó de opositores, como dice en su carta de despedida. A esos periodistas no les hablaba -me incluyo-, y no les daba ningún tipo de entrevistas -me incluyo, otra vez-.

Con su carta sentimental ha querido engañarnos. Está bien que ese mensaje le llegue a los jugadores, pero al gran consumidor, al gran público de la Selección que desea saber qué pasa en el que supuestamente es el equipo de todos, no se le puede mentir así. Por eso digo que esa misiva de Alfaro yo la tiro al tacho de la basura.

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Además, el futuro entrenador de Ecuador debería tener, al empezar su ciclo, el informe de Alfaro. Eso es algo obvio. Alguna vez dijo el actual presidente de la FEF (en el 2020) que el español Antonio Cordón le había dejado una ‘Biblia’ a la Federación, en su breve paso como director deportivo, y que aquello le iba servir al fútbol nacional en los próximos cuatro o cinco años.

No sé si Alfaro tuvo en sus manos la ‘Biblia’ de Cordón, o si la usó Jorge Célico. Cuando he preguntado sobre lo que dejó el español ningún directivo me da razón de la ‘Biblia’. Pero el informe que no ha entregado Alfaro es un documento habilitante para cualquier técnico que venga a dirigir a Ecuador. Es necesario, por ejemplo, que su sucesor sepa qué jugadores han tenido un nivel competitivo, quienes andan bien en las práctica y en los partidos no, cuáles tienen requerimientos de un soporte psicológico. Todo eso debe constar en su informe y servir como base al adiestrador que reemplace a Alfaro.

Cuando llegó al país Asfalto se quejó de no haber encontrado nada. Dijo que no había nada, pero sí había porque Célico dejó un informe listo sobre su trabajo en la sub-20. (O)


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