No llegan a diez. Hubo cientos de futbolistas excepcionales a lo ancho de la historia (¿por qué siempre a lo largo…?) y solo nueve han ganado los tres títulos más codiciados: el Mundial, la Champions y el Balón de Oro. Colectivos los dos primeros, individual el último. Ser campeón mundial es un sello que se lleva hasta el otro mundo. Es taaaaannnn difícil serlo que, aunque pasen cincuenta años, los presentarán en toda reunión o evento como “el señor tal, campeón mundial…”. La Champions, a su vez, barniza de glamour y prestigio, y el Balón de Oro es un título de nobleza para toda la vida. Uno dice “Ruud Gullit, balón de oro 1987″, “Hristo Stoichkov, balón de oro 1994″… Casi deberían incluirlo en sus tarjetas de presentación. Cada vez que el liberiano George Weah es mencionado en una noticia se privilegia su condición de balón de oro 1995 antes que de presidente de su país.