El presidente de la Liga Pro, Miguel Ángel Loor, hizo pública una misiva que bien pudo ser etiquetada como reservada, para consumo interno, pero prefirió que todos nos enteremos de un tema que conocemos, pero que pocas veces a los dirigentes les gusta tratarlo. No es fácil conocer el motivo que llevó a Loor a revelar temas de un sector que los directivos, cuando les conviene, por preferencia, lo usan como lanza hiriente: el normalmente indefenso arbitraje. Es un gremio frágil de estructura, pero cuando les sirve los dirigentes lo emplean como escudo para aplacar las críticas de la hinchada.

Son motivos recurrentes que no han tenido solución con el pasar de los tiempos. En esta especie de descargo de conciencia, Loor titula la carta ‘La realidad que no queremos aceptar”. También pudo denominarla “Nostra culpa”. Es una confesión pública sobre una organización futbolística tradicionalmente olvidada o maquillada, por eso la carta que hoy analizamos puede ser considerada como una muestra de sinceramiento y valentía, útil para no ocultar más todo aquello que explica la crisis arbitral que existe en nuestro fútbol.

El cargo de conciencia del presidente de la Liga Pro, tal vez atiborrado de tanta inculpación, lo llevó a confesar que todo lo que se ha querido hacer con el arbitraje ha sido un simulacro reiterado para que todos nos imaginemos que las ofertas son reales cuando en la práctica, ni en la imaginación, llegan a convencer.

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La ausencia de voluntad para solucionar los inconvenientes del referato hizo que Loor multiplique la responsabilidad a muchos más cuando habla de “la realidad que no queremos ver”. La misiva tiene seis párrafos que, sin tener organización literaria al menos ha intentado incluir el exordio, la narración, el argumento y la conclusión. La primera parte, que es la introducción, aunque atropellada conceptualmente, es el segmento donde mezcla la preparación de un equipo de fútbol. Los riesgos en la inversión económica que representa manejar un club y el reclamo permanente contra los árbitros. Sin perder tiempo anticipadamente cuestiona ¿qué ha hecho la dirigencia para ayudar al arbitraje?

Como la pregunta es a los directivos de los clubes, Loor responde acusándolos de que muy pocos conocen la problemática interna y no miente el presidente de Liga Pro en hacer esta afirmación. Estoy seguro de que si conocieran aquello existirían al menos propuestas para intentar solucionar el tan álgido conflicto arbitral que sufre el fútbol ecuatoriano.

A partir del segundo y tercer párrafos Loor invoca que los árbitros vienen de familias humildes, muchas veces incompletas y que tienen la ardua tarea de impartir justicia y que muchas veces interpretan situaciones de nivel competitivo sin poseer un pensamiento crítico formado, aspectos necesarios deberían hacer un buen árbitro. Sobre este pensamiento hago una reflexión: ¿qué tiene que ver que la mayoría de los jueces vengan de familias humildes o desintegradas, con el afán de escoger una profesión como la de convertirse en réferi de fútbol?

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La misma experiencia deben haber vivido profesionales de la salud, abogados, emprendedores, como también futbolistas que han tenido éxito con antecedentes de pobreza extrema. El tema de fondo es que si seleccionas una carrera profesional como la del arbitraje en el fútbol, debes estar consciente de que no solo es necesario que te guste el deporte o que te cautiva tener el poder de juzgar, sino que el aspirante debe reunir condiciones, como recomiendan Jesús Calle y Dora Pinelo en el libro Aptitudes diferenciales y personalidad en árbitros de fútbol.

Según el capítulo sobre el perfil para optar por ser árbitro, son indispensables el razonamiento espacial, verbal, la velocidad en la precisión perceptiva, factores clave que configuran la personalidad de quien es juez de fútbol. Luego recién se debe configurar el conocimiento y aplicación de reglamentos y normas. En esta última parte considero que el árbitro nacional las conoce y va optimizando su aplicación con el número de partidos en que participe, lo que parecería que es el factor primordial en nuestro medio para ascender. Pero se ha descuidado un factor más notorio, que es la personalidad. Hay programas que sirven para calificar el razonamiento espacial, la extraversión, amabilidad, responsabilidad y estabilidad, como requisitos necesarios para optar por ser árbitro de fútbol.

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También es fundamental insistir en la cualificación psicológica como la medida más importante para seleccionar a las personas interesadas en ser juez profesional. La pregunta es ¿cuáles son los requisitos que se exigen en nuestro país para ejercer el cargo de árbitro en diversos campeonatos ecuatorianos? Tal vez en la respuesta encontramos el problema.

Los dos últimos párrafos de esta inquietante carta de Loor los escribe con propiedad, con conocimiento de causa, pone el dedo sobre la llaga. Habla de la dirigencia del fútbol nacional y los divide a los que manejan a equipos “grandes”, que según su opinión tienen mayor peso de que los que no son, sobre todo cuando hacen acusaciones públicas sobre los perjuicios arbitrales que sufren. Hay casos que los recordamos perfectamente.

El año pasado dirigentes de uno de los equipos grandes denunciaron partidos con árbitros arreglados. Además ofrecieron presentar pruebas que todavía seguimos esperando. ¿Qué se hizo al respecto? Nada, es la respuesta. Aunque conozco extraoficialmente que uno de los jueces señalados fue bajado de categoría. O sea que la cuerda, como siempre, se rompió por el lado más débil.

¿Por qué no se crea una Comisión de Cumplimiento de Investigación o de Transparencia, conformada por personas externas imparciales, para que averigüen y hagan seguimientos a estos casos? La respuesta, conociendo a los dirigentes ecuatorianos, probablemente será negativa. No les interesa que personas ajenas tengan que investigar procedimientos y responsabilidades.

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Aprecio el optimismo del presidente de la Liga Pro al ofrecer cambios, aunque él mismo pone la primera duda al preguntar si están los dirigentes dispuestos a unirse todos, a incluir parte de sus recursos en favor del arbitraje, a invertir en un plan de mediano y largo plazo, a darle al referato el presupuesto que le corresponda para un proyecto serio. ¿Seguirá con optimismo Loor sobre el tema cuando conozca las adhesiones de unos, el silencio indiferente de otros o las negativas de otros tantos?

Esperamos que con la misma entereza que tuvo para escribir la carta también haga público quiénes apoyaron y quiénes no tan interesante propuesta. Además sería importante, para que asuman mayor responsabilidad los clubes, que la Liga Pro le solicite la competencia del arbitraje a la FEF, para que esta pida la autorización a la FIFA. Estatutariamente el arbitraje es dirigido por la FEF y no por la Liga Pro. Si hay un cambio, la responsabilidad absoluta del arbitraje en el campeonato ecuatoriano de las serie A y B sería de la Liga Pro.

La misiva de Loor desnuda una gran realidad. Revela el porqué de la crisis arbitral, pero habla también de cómo solucionarla. El tiempo nos recordará cuánta voluntad tuvieron para hacerlo. (O)