“Bernabé pateaba como un burro”, relataba mi padre con emoción. Hablaba del astro de River de los años 30, Bernabé Ferreyra. “Un día desmayé a un rival de un pelotazo -nos contó Pepe, el célebre puntero del trinomio del Santos: Coutinho, Pelé y Pepe-. Nos dieron un tiro libre y cobré la falta. La pelota le dio de lleno en la nariz a Alfredo Ramos, famoso jugador del Sao Paulo que estaba en la barrera, y lo desmayó. Estuvo 20 minutos inconsciente. Me midieron el disparo y la pelota iba a 122 kilómetros por hora, el de Roberto Carlos dio 109”. Pepe (446 goles) era apodado el Cañón da Vila (Vila Belmiro). Roberto Rivelino, también brasileño y punta izquierdo, era otro bombardero notable. Los cronistas lo bautizaron la Patada Atómica; todo dicho. Y otro más con las mismas características de ambos, Eder, quien tenía una escopeta en la zurda.