“No veré ningún partido de este Mundial, al diablo con la FIFA y esos árabes…”, nos dice, a manera de represalia, Juha, entrañable amigo finlandés, fotógrafo de los grandes, con varios Mundiales en su alforja, de esos que corrían cincuenta metros a Maradona o a Romario con treinta kilos de equipo fotográfico encima para hacerles la foto de tapa. No lo cuestiono, su estructura mental, completamente eurocentrista, le indica que todo lo que tiene lugar fuera del Viejo Continente está mal, es corrupto o, simplemente, un impresentable organizativo. Como él piensan unos setecientos millones de europeos.