Por fin la Conmebol difundió su equipo ideal de la Copa América. Es el siguiente: Emiliano Martínez (Argentina), Alistair Johnston (Canadá), Cristian Romero (Argentina), Dávinson Sánchez (Colombia), Piero Hincapié (Ecuador), Rodrigo De Paul (Argentina), Manuel Ugarte (Uruguay), James Rodríguez (Colombia), Lionel Messi (Argentina), Lautaro Martínez (Argentina) y Raphinha (Brasil). Fue elegido por el Grupo de Estudio Táctico (GET) de la entidad, conformado por exjugadores, algunos de ellos también entrenadores, que saben más que nadie del tema. Fueron nueve miembros: Gerardo Pelusso, Mauro Silva, Marco Etcheverry, Christian Bassedas, Roberto Acuña, Oscar Ruggeri, Nery Pumpido, Clarence Acuña y Rodrigo Pérez.

Estamos lejos de coincidir, disentimos en varios nombres. No se trata de combinar jugadores de diferentes países para ser diplomáticos y que quede mezcladito, sino de incluir a los que jugaron realmente bien en la mayor cantidad de partidos y que llegaron más alto. Bajo estos tres preceptos es difícil salirse de Argentina y Colombia. Vimos con sentido analítico todos los partidos de la Copa y, algo muy importante, anotando todas las jugadas e incidencias relevantes, algo esencial en la posterior elección de los mejores, porque después la memoria falla.

Entre dos elementos de rendimiento parejo debe decidir quién llegó más lejos con su selección. Si la paridad continúa, quién definió un partido con un gol o una asistencia. Si se trata de defensas, el que haya sido más determinante para evitar la caída de su valla o dar mayor seguridad a su equipo. Lo mismo vale para los arqueros. O sea, quién intervino con eficacia en jugadas claves y en mayor cantidad de ocasiones. Si un atleta no pasó la primera fase es difícil elegirlo, como el caso de Gerardo Arteaga, notable lateral izquierdo mexicano que le dio a su cuadro la única victoria en la competencia con un gol bellísimo ante Jamaica. Jugador de temple fantástico que tal vez veamos destacar en el próximo Mundial.

Publicidad

En el arco no puede haber discusión posible: Dibu Martínez brilló en todos los juegos de su selección. Fue figura ante Chile, descolló en la tanda de penales frente a Ecuador (tapó dos). Dio seguridad en todo momento y transmitió su fibra ganadora al resto del equipo. Recibió un solo gol, en el que no tuvo responsabilidad alguna. Y fue campeón.

Daniel Muñoz fue claramente el mejor lateral del torneo, pese a haber sido expulsado en la semifinal con Uruguay y no participar de la final. Impasable en la marca, se devoró a Vinicius y además marcó el tanto del empate versus Brasil. Y ya había anotado en el triunfo sobre Paraguay. De más categoría que sus colegas de puesto. Aunque el canadiense Johnston se mostró como un eficiente marcador, no hay punto de comparación entre lo que hicieron uno y otro. Y Muñoz llegó a la final.

Los dos centrales no tienen discusión: Cuti Romero y Dávinson Sánchez. El primero es un zaguero casi feroz en el mano a mano, segurísimo, fuerte, determinado, posiblemente el mejor del mundo en su puesto. Y volvió a demostrarlo. Fundamental como último hombre cuando Argentina pasó algún momento de zozobra. Dávinson cumplió espléndidamente. Tanto que le puede significar volver a Inglaterra o a las grandes ligas. Enérgico, elástico, comprometido, llegó a todas, sensacional en el juego aéreo. Si era por él, Colombia ganaba la Copa. Consagratoria actuación.

Publicidad

De lateral izquierdo nos quedamos con la fiereza habitual de Tagliafico, otro impasable en su punta. Un futbolista parecido a Dani Carvajal, del Real Madrid. Su mente es superior a la de los demás. Terrible en la marca, con una dureza y una energía interior privilegiada, incluso jugándose el físico. Piero Hincapié, lo hemos apuntado varias veces, es un defensa extraordinario ni un milímetro menos. Pero es central, no lateral puro. Y aunque fue muy buena su participación, no alcanza lo hecho por Tagliafico, que además levantó la Copa.

El volante central indiscutible fue Jefferson Lerma, un titán, campeón de la generosidad para marcar, trabar, luchar, auxiliar a sus compañeros, siempre con eficiencia. Y le sobró para señalar el gol del triunfo sobre Paraguay (2-1) y Uruguay (1-0), ambos de cabeza, este último, espectacular, que le dio el pase a Colombia a la final. Se comió la cancha contra Brasil y Uruguay. Imposible no incluirlo. En cambio, el GET Conmebol eligió al uruguayo Manuel Ugarte, un jugador que da todos sus pases hacia atrás, muy raramente alguno al costado, y todos de seis o siete metros de recorrido, que no tiene gambeta, remate, cabezazo ni trancada. Ni, mucho menos, talento organizador. En el gol de Colombia, que eliminó a Uruguay, estaba al lado de Lerma, no saltó, se cubrió del pelotazo. Algún día hará un gol o un pase gol o una jugada prometedora, no hay que descartarlo.

Publicidad

De Paul tuvo un buen rendimiento, es una pieza significativa para Scaloni por lo que juega y lo que influye en sus compañeros y, sobre todo, en los rivales y en los árbitros. Astuto, incansable, buen pasador. No obstante, nos inclinamos por Mac Allister en el medio como volante mixto por la ductilidad de Alexis y su notable interpretación del juego. Dio dos asistencias y en la construcción de acciones de ataque es esencial. Pero en el caso De Paul-Mac Allister cualquiera sea el elegido está bien, es cuestión de preferencia.

Como 10, no hay duda alguna: James Rodríguez. Fue el jugador de la Copa. Estaba bien físicamente (su karma) e hizo diferencia. Se lo vio feliz, enfocado, lúcido. Su pegada del balón, sobre todo en jugada detenida, es fantástica. Manda los centros de la muerte. Decisivo para llevar a Colombia a la final, en la que no brilló porque la astucia del equipo argentino lo anuló. Igual, el premio al mejor jugador lo había logrado con lo anterior. Relanzó su carrera.

Poner a Messi en el once ideal no está bien. No fue su Copa y no le favorece que lo incluyan. Colaboró con un gol y una asistencia, además de su liderazgo y seriedad competitiva. No estaba atléticamente óptimo y en el primer partido recibió una falta muy dura del chileno Suazo que lo condicionó para los encuentros siguientes. Incluso no jugó contra Perú. Y en la final, en la que comenzó dinámico, sufrió una entorsis severa que lo tendrá dos meses en el taller. Hacemos un 4-4-2 y en su lugar colocamos a Richard Ríos, una de las revelaciones del campeonato. Volante completo, hábil con la pelota (viene del fútbol de salón), dinámico, trabajador, interesante en la marca, con ida y vuelta y buen pase.

Arriba está, quizás, lo más simple. Lautaro Martínez, autor de cinco goles (ninguno de penal) y artillero de EE. UU. 2024, no ofrece fisuras. Convirtió en las tres victorias de primera fase y el golazo de la final. Se le cuestiona cierta lentitud y que no presiona en la salida del rival; sin embargo, tiene técnica, sobre todo de remate, y frente al arco es contundente. Por derecha nos quedamos con el delantero más desequilibrante, el canadiense Jacob Shaffelburg. Hizo un gol y dio un pase gol, pero básicamente animó a todo Canada. Rápido, encarador, guapo. Raphinha ni siquiera destacó en un partido. Apenas un gol de tiro libre a Uruguay.

Publicidad

Nuestro once: Dibu Martínez (ARG); Muñoz (COL), Cuti Romero (ARG), D. Sánchez (COL), Tagliafico (ARG); Richard Ríos (COL), J. Lerma (COL), Mac Allister (ARG), James (COL); Shaffelburg (CAN), Lautaro (ARG). (O)