Cuando Argentina masacró con una goleada a Ecuador en el estadio Nacional de Santiago, por la Copa América de 1941, la Albiceleste ya había ganado cinco veces el torneo de la Conmebol (1921,1925, 1927, 1929, 1937), había disputado una final de Juegos Olímpicos (1928) y otra del mundo (1930). Su balompié era profesional desde 1941, importaba jugadores a Europa y sus entrenadores dirigían en todo el planeta.