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Copa América: ‘Vinicio Ron, ensangrentado, quería matar al árbitro Óscar Ortubé’ que usó un ‘reloj sin manecillas’ en el Argentina 2, Ecuador 2. Juego duró 102 minutos en 1983

Boliviano adicionó 12 minutos; pitó el final apenas igualó la Albiceleste, de penal. Ernesto Guerra le dio a Carlos Bilardo una cucharada de su propia medicina.

La Selección que empató en Buenos Aires, en 1983. Arriba: Orly Klínger (i), Israel Rodríguez, Bolívar Ruiz, Wilson Armas, Tulio Quinteros, Alfredo Encalada. Abajo: Hans Maldonado, Lupo Quiñónez, Hamilton Cuvi, José Jacinto Vega, Vinicio Ron. Foto: Archivo

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Una brutal paliza de 5-0 en Brasil soportó Ecuador, el 1 de septiembre de 1983, en su penúltimo partido del grupo B de la Copa América. El torneo no tenía sede fija, usanza que fue abolido tras la edición de ese año. Los integrantes de cada una de las tres llaves se enfrentaban entre sí en partidos de ida y vuelta, en sus respectivos países. El líder de su zona avanzaba a las semifinales, donde se les unía directamente el campeón de la competencia previa.

La escalofriante masacre en Goiania terminó con la carrera internacional del arquero Carlos Bacán Delgado, responsable de un par de tantos. Ernesto Guerra, técnico de la Selección, declaró molesto en EL UNIVERSO: “pudimos empatar en el primer tiempo (acabó 1-0)”, pero “mis hombres decidieron jugar como les dio la gana en la segunda etapa, y no como se había planificado, por lo cual vino la seguidilla de goles brasileños (a los 46, 55, 58 y 60 minutos) y todo se desmoronó”.

La voz disidente del periodista Mauro Velásquez, en radio Atalaya, expuso una causa distinta para explicar la calamitosa caída nacional: “nuestro equipo mostró falta de casta y muy poca categoría futbolística”. La Tricolor, eliminada, viajó hasta Buenos Aires para despedirse de la Copa América. Guerra lanzó una advertencia al anfitrión: “Argentina no debe confiarse, no deben considerar ganado el partido del miércoles 7 de septiembre”.

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‘Guerra nos levantó el ánimo’

Este Diario informó hace 41 años que el adistrador quiteño “insistió durante los entrenamientos (en la capital argentina) en tácticas defensivas, el punto más débil de Ecuador en Brasil”. Sin embargo, la prácticas no fueron normales. Se había programado trabajar en las instalaciones de Vélez Sarsfield, pero “la delegación ecuatoriana chocó con las autoridades del club. El equipo no pudo practicar en la cancha del estadio (José Amalfitani)”. Luego de varias gestiones los recibieron en la sede de Platense.

Guerra, enojado, calificó de “descorteses” a los dirigentes de la AFA. Julio Grondona, presidente del ente rector del balompié gaucho, le respondió en Clarín: “no sé de qué se quejan los ecuatorianos, si nosotros en Quito no vimos el estadio (Olímpico Atahualpa) hasta el momento del partido (2-2)”.

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Israel Rodríguez, que en 1983 atajó en el Monumental de River Plate, en reemplazo de Delgado, rememoró en una charla con EL UNIVERSO la arenga del DT. “Guerra, por quien siento mucho afecto, siempre hacía énfasis en la parte anímica, sabía cómo levantarte la moral. Él nos dijo: ‘en esta Copa América nos tocaron dos monstruos: Argentina y Brasil. Hay que hacer historia y la única forma de realizarlo es contra los grandes’. En Quito perdimos apenas 1-0 con la auriverde y con los argentinos fue 2-2. Anotaron Galo Vásquez y José Jacinto Vega. Debimos ganar. No pudimos y nos alistamos para visitarlos”, expresó Rodríguez.

‘Se bartoleó el balón’

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Con siete meses en el cargo, al técnico Carlos Salvador Bilardo le urgía que Argentina venciera con holgura para ir al Maracaná a pelear con más opciones por su boleto a semifinales. Pero los gauchos se atascaron en la maraña ultradefensiva que dispuso Guerra. Fue 2-2 y con una angustia inimaginada. Nunca antes la Selección había obtenido puntos en la tierra de Carlos Gardel.

Además del resultado, que “constituyó una verdadera hazaña”, como destacó EL UNIVERSO, dos situaciones polémicas han propiciado que el recuerdo del accidentado encuentro permanezca vigente: el cerrojo que planteó Ernesto Guerra (un catenaccio reforzado) y el inusual tiempo de compensación que otorgó el réferi, a raíz de que la Tricolor tomó ventaja de 2-1, en el minuto 90.

“Ecuador produjo la gran sorpresa del fútbol sudamericano: pudo salir con la victoria de no ser por la infortunada actuación del árbitro boliviano Óscar Ortube, que hizo jugar 12 minutos adicionales”, apuntó este Diario en su reseña. En la nota se comentó que se aplicó un “esquema ultradefensivo (...). Es cierto que se ‘bartoleó’ el balón, como espectáculo fue desilusionante, pero lo que mandan son los resultados”.

Al estilo Bilardo

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Esta es la versión de Israel Rodríguez, transcurridas cuatro décadas: “Hoy con el VAR las cosas han cambiado. Sí quemamos tiempo, pero los minutos que se añadieron fueron excesivos. Nunca hemos sido una potencia dirigencial dentro la Conmebol. Ya han salido a la luz las cosas nefastas que ahí hacían y en ese partido era obvio que Ecuador no podía ganar. A eso se prestó el señor Ortube, que dio el tiempo necesario para que Argentina iguale. Se cambió la historia. Hubiera sido fantástico que nos fuéramos con el triunfo”.

La revista El Gráfico, en su edición del 13 de septiembre de 1983, aludió a las constantes paralizaciones del cronómetro de Ortube, provocadas por las “camillas velocísimas que entraban ante el menor síntoma de lesión” y de “asistentes ecuatorianos siempre dispuestos a invadir el campo”.

En el semanario bonaerense se describió el accionar de de la Selección con dureza: “amontonamiento defensivo, absoluto desprecio por el destino de la pelota, algunas fallas individuales grotescas (...) Con este planteamiento primitivo se encontró Argentina”. Paradójicamente, Guerra le dio a Bilardo, obsesivo resultadista, una cucharada de su propia medicina: marrullería. Siete años después, el Narigón -tristemente célebre por pisotear el juego limpio, como futbolista de Estudiantes de La Plata y también como entrenador- empleó artimañas similares frente a Brasil, en octavos de final del Mundial de Italia 1990.

El penal de Ubaldo Fillol, arquero de Argentina, contra Lupo Quiñónez, en el minuto 90. Tomado de El Gráfico. Foto: Archivo

102 minutos de duración

Lupo Quiñónez -”solitario francotirador ofensivo”, como llamó El Gráfico al esmeraldeño en 1983- inauguró la cuenta a los 44 minutos. “Aprovechó inteligentemente una indecisión de los zagueros centrales (Roberto) Mouzo y (Enzo) Trossero y tras un pique de la pelota remató Lupo, que se levantó del suelo. Con singular violencia consiguió abrir el marcador ante el estupor de los argentinos”, relató este Diario. Era 1-0.

Víctor Rogelio Ramos emparejó a los 50. A los 90 minutos “Hamilton Cuvi metió un pase largo” para el Tanque de Muisne, “que avanzó con prepotencia, llegó la zona de Ubaldo Fillol, trató de eludirlo y el arquero se vio precisado cometer un foul penal”. El ya fallecido Hans Maldonado, “con preciso tiro”, puso el 2-1 para los emocionados ecuatorianos. Convencidos de que el marcador ya no se movería, los jugadores celebraban enloquecidos. Poco duró la alegría en la casa del pobre.

Ortube “estaba realmente asustado”, contó al volver el Flaco Alfredo Encalada, zaguero de la Tri. El boliviano dejó de ver su reloj, por 12 minutos “Cuando todos protestaban por el desmesurado alargue, ya que para descuentos eran más que suficientes 5 minutos, se produce una acción de riesgo en la zona defensiva ecuatoriana y Orly Klínger contiene con falta una entrada de Alejandro Sabella. El árbitro Ortube, muy presto y raudo, sancionó el tiro penal que ejecutó Jorge Burruchaga para el 2-2″, publicó EL UNIVERSO. De inmediato, apenas fue batido Israel Rodríguez, el juez pitó el final de la contienda que él hizo durar 102 minutos.

¡Un ‘Torito’ furioso!

Rodríguez corrió desde su arco para unirse a la furiosa protesta de sus compañeros contra Ortube. “Nos dimos cuenta que el hombre estaba muy nervioso. Casi todos nos acercamos a él y le dijimos de la A a la Z, pero no nos sacó tarjetas amarillas ni rojas. Lo pudo haber hecho, por reglamento. Le gritamos ladrón, hijo de su mamá. La policía argentina rodeó a Ortube y él se fue con ellos, al camerino”, narró el portero.

Entre los tricolores, aparentemente el más frustrado por el 2-2 logrado por Argentina en la ‘mini prórroga’ forzada por Ortube, fue Vinicio Ron. Intentó hacer algo más drástico que reclamarle al central. El fornido quiteño, entonces atacante de Universidad Católica, quería noquear al del Altiplano. Rodríguez no olvida la furia del Torito, frenado en su embestida.

“Por supuesto que Ron le quería pegar. Vinicio tuvo un corte y sangró mucho (Jorge Rinaldi lo golpeó en el rostro). La camiseta de Ecuador, manchada de sangre, era un trofeo para Vinicio. Así lo dijo. Prometió que no la iba a lavar. Aún la debe tener. En esa época se permitía que un futbolista ensangrentado siguiera en la cancha. Ron fue de los primeros que quiso agredir a Ortube y si Lupo y Maldonado no lo detienen, el Torito hubiera hecho algo de lo que seguramente se habría arrepentido”, cuenta entre risas Rodríguez.

Vinicio Ron, exdelantero de Ecuador. Foto: Archivo

‘Reloj sin manecillas’

La agencia AFP, en un cable originado en Buenos Aires, difundió al mundo el 8 de septiembre de 1983 que “la prensa deportiva argentina agradeció ayer irónicamente al árbitro boliviano Oscar Ortube, por tener un ‘reloj sin agujas’ que evitó una derrota histórica de la selección nacional frente a la de Ecuador, por el grupo B de la Copa América. ‘Menos mal que no corrían las agujas de ese reloj sin agujas’, comentó en tono sarcástico un especialista de un matutino bonaerense al aludir a los 12 minutos de descuento que hizo jugar Ortube. Todos los comentarios coincidieron en que el tiempo suplementario fue exagerado, porque a pesar de las demoras en el juego por parte de los ecuatorianos, nunca se justificaba tal prolongación”.

Por la Selección alinearon: Israel Rodríguez; Alfredo Encalada, Orly Klinger, Wilson Armas, Hans Maldonado; José Jacinto Vega, Tulio Quinteros, Bolívar Ruiz, Hamilton Cuvi; Lupo Quiñónez, Vinicio Ron. En Argentina: Ubaldo Fillol; Julián Camino, Roberto Mouzo, Enzo Trossero, Óscar Garré; Claudio Marangoni (Jorge Rinaldi), José Ponce (Víctor Ramos), Alejandro Sabella, Jorge Burruchaga; Alberto Márcico, Ricardo Gareca.

El guayaquileño Mauro Velásquez (+), en su libro El fútbol ecuatoriano y selección nacional, de 1998, fue categórico al opinar sobre el Argentina 2, Ecuador 2, de 1983: “Lo otro (quejarse por el arbitraje) es cuento, novela absurda para aferrarse a algo que permita eludir, por lo menos parcialmente, que en esa Copa América fracasamos rotundamente”. Ortube murió el 1 de enero del 2024, a los 81 años. (D)

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