Atilio Garrido es un periodista, investigador e historiador uruguayo. Escribió un breve pero célebre texto sobre Alberto Spencer, publicado en 1990 en el libro Copa Libertadores de América. 30 años, editado por la Conmebol cuando Jorge Barraza dirigía el departamento de prensa de ese organismo. Garrido reflejó a la perfección el vínculo eterno y glorioso que se forjó entre Cabeza Mágica y el torneo. El ecuatoriano se encargó de prestigiar la Copa, desde su primera edición, para luego universalizarse ambos. Spencer y la Libertadores fueron un grato y entrañable sinónimo en los años 60. Y seis décadas después, el nexo sigue vigente porque el ariete conserva la corona de máximo goleador del tradicional certamen.

Emocionado, Garrido describió así a Spencer en la obra referida: “Su figura morena está adherida para siempre a la historia de la Copa Libertadores. Parecía un puma agazapado y expectante en el bosque de zagueros de las defensas adversarias. De pronto, como impulsado por un mágico trampolín, salía como un filoso cuchillo de su vaina buscando la inmensidad del cielo y, cuando estaba en lo más alto, cuando había superado en el salto a todos sus rivales, aplicaba el feroz zarpazo... El final era siempre el mismo. La pelota en la red, los defensas mirándose impotentes entre sí mientras él iba a desparramar su alegría frente a la tribuna...”. Hoy, el charrúa vuelve a referirse al crack nacido en Ancón.

Garrido estuvo en Guayaquil como parte del grupo de conferencistas del continente y de Europa que intervinieron en el XV Congreso Panamericano Panathlon International, y EL UNIVERSO conversó con él. El tema principal de la charla fue un triste caso que se ha puesto de moda: rechazar la condición de Spencer como mejor futbolista ecuatoriano de todos los tiempos. Los argumentos para demeritarlo, esgrimidos lamentablemente por algunos de sus compatriotas, son pobres: Spencer no disputó un Mundial, no jugó en equipos de Europa, y Enner Valencia —libre de toda culpa en la vergonzosa controversia— lo superó como jugador porque es el goleador de la Tricolor, se repite.

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Hoy en Ecuador la categoría de superestrella del balompié del llamado “Hombre del gol importante” es discutida. No les interesa a los irrespetuosos francotiradores que en 1966 el francés François Thebaud, director de la reconocida revista Miroir du Football, comentara de Spencer que “es el único jugador que me hace recordar, por sus cualidades y estilo, al formidable Pelé. Del gran brasileño tiene Spencer la misma desenvoltura, la potencia, las increíbles posibilidades de aceleramiento, el sentido que le permite esquivar golpes, la técnica sin fallas. También un extraordinario juego de cabeza. Su inteligencia para el fútbol colectivo es muy superior a la de Eusebio”.

Sin un sustento sólido se reprocha el paso de Spencer por la Selección. Sin embargo, al respecto no se repara, por desconocimiento (”ignorancia enciclopédica”, en la cáustica definición del historiador Mauro Velásquez), en estos factores que explican por qué solo tuvo once presencias con Ecuador: antes se jugaban muy pocos partidos (por ejemplo, en los años 1961, 1962, 1964, 1967 y 1968 la Tricolor no tuvo ningún tipo de actividad). Tampoco pudo sacar provecho Spencer de las fechas FIFA, porque no existían. Además, las eliminatorias de Conmebol ahora duran casi cinco veces más (18 jornadas) que cuando las selecciones estaban repartidas por grupos (cuatro partidos cumplía cada país, en promedio). Y antaño los clubes no tenían la obligación de ceder jugadores a sus respectivos combinados nacionales.

El autor de Maracaná. La historia secreta, libro que en el 2014 dio origen a un excelente documental del mismo nombre, mandó a “estudiar” a los “locos” que cuestionan a Spencer. La entrevista con Garrido se realizó con la colaboración del periodista Guido Manolo Campaña.

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Hay una tesis que de forma perseverante trata de ser instalada en el fútbol de Ecuador: en tiempos recientes se repite que Spencer no es el mejor jugador nacional de todos los tiempos. ¿Qué opina de esto?

Todos los que opinan así están locos. Generalmente, los que juzgan de esa manera son gente que no ha estudiado la historia. El fútbol se estudia. Usted no tiene por qué haber vivido la historia del fútbol, pero se estudia. Y más si se trata de periodistas. ¿Qué ocurre? Los jóvenes creen que el fútbol nació con ellos y que lo único que vale es lo que ellos vieron. Eso no es el fútbol. El fútbol existe desde que comienza a jugarse en un país, y no hay duda de que Alberto Spencer es, hasta hoy, el jugador más importante de la historia del fútbol de Ecuador. Los que quieran igualar a Spencer deben lograr lo que él consiguió. ¿Por qué no igualan el récord que tiene hasta ahora como goleador de la Copa Libertadores (54 tantos)? Cuando alguien lo iguale, podrá compararse con Spencer en ese aspecto. ¿Por qué otro ecuatoriano no tiene los títulos de Spencer como campeón de la Libertadores con Peñarol (tres: 1960, 1961, 1966)? ¿Quién tiene los campeonatos internacionales que ganó (doble monarca del mundo: 1961 y 1966). Spencer fue, además, el primer jugador sudamericano en hacer un gol en el estadio de Wembley; lo marcó con la selección de Uruguay en 1964 (en un amistoso perdido por 2-1 contra Inglaterra).

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También hay algunos ecuatorianos que, para restarle importancia, le reprochan a Spencer no haber jugado en ninguna escuadra de Europa.

Los que dicen eso también están locos. Deben ser algunos chiquitines. Los más jóvenes creen que ellos inventaron la historia. Spencer no se fue a Europa porque antes era muy difícil marcharse a jugar allá. No es como ahora, que es fácil. Además, Europa no era mejor que nosotros. Un estadio lleno en Guayaquil era lo mismo que un estadio lleno en Madrid o en Milán. No había televisión, y al fútbol lo cambió la televisión. Tampoco había grandes diferencias con Europa y, por eso, en fútbol ganábamos nosotros. Ahora tienen un superpoder que ha transformado a ese continente en la meca del fútbol, o algo así.

¿El periodismo deportivo de Uruguay también desvaloriza el pasado del fútbol, solo por ser pasado, o es una tendencia de Ecuador?

Se trata de una cuestión que sucede en todos lados, porque los jóvenes creen que inventaron el mundo o que el mundo nace a partir de ellos. Cuando uno tiene el sol de la vida en la espalda, como yo, se da cuenta de que el mundo no empezó con nosotros, sino mucho tiempo antes. Con el fútbol ocurre lo mismo. E insisto en esto: al fútbol hay que estudiarlo. Hay que inclinarse ante los libros viejos y los periódicos antiguos en las bibliotecas para estudiar.

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En 1962, el Santos de Pelé se impuso ante el Peñarol de Alberto Spencer (d) en la final de la Copa Libertadores de América.

Spencer tiene una importancia obvia para Peñarol, pero cuéntenos qué relevancia tiene para el balompié de Uruguay, en general.

En Uruguay todos lo querían muchísimo a Spencer. Lo conocí y lo traté bastante. Hicimos un documental con él y con Néstor Gonçalves (mítico excapitán de Peñarol) cuando empezó la era de los videocasetes. Spencer era una gran persona. Un ser humano de una enorme calidad, de una gran ternura. Nunca tuvo un gesto arrogante ni enfatuado, pese a lo que él había sido como deportista. Era un caballero. Por suerte, el Gobierno de Ecuador le dio un cargo diplomático y trabajó en la embajada de Ecuador. Recuerdo que vivía en un barrio que se llama Carrasco y después se pasó al de Pocitos. Era una excelente persona.

¿Qué recuerda de haberlo visto jugar?

Escribí un libro que se llama Cuando cambió la historia. ¡Alberto Spencer cambió la historia del fútbol uruguayo! Cuando él arregló para irse a Montevideo, lo vino a buscar a Guayaquil el presidente de Peñarol, que era el contador Gastón Güelfi, quien tuvo una dura negociación por su pase porque lo que pocos saben es que a Spencer lo quería el Real Madrid. Los merengues ya habían hablado con él. Eso no lo conocen los jovencitos que creen que inventaron la historia. Pero se fue a Peñarol, porque en ese entonces el club era una potencia. Eran otros tiempos, eso sí. Spencer viajó a Montevideo e hizo una escala en Buenos Aires, donde llovía muy fuerte y se atrasó el despegue del avión. Cuando aterrizó en Uruguay, solo lo esperaban dos funcionarios de Peñarol.

¿Cuánto costaría hoy un goleador como Spencer?

Es imposible saberlo, entre otras cosas porque no estoy en el mercado de transferencias. Uno sabe cuánto se paga hoy por un futbolista por lo que informan los diarios. Quiero enfatizar que yo vi jugar a Spencer y he visto jugar a Enner Valencia, y no hay comparación posible entre ellos, ni por asomo. La velocidad de Spencer no la tenía nadie; era un rayo. Además, Alberto saltaba para cabecear como si hubiera tenido un trampolín para hacerlo; era impresionante su impulso. Spencer definía con las dos piernas y con la cabeza. El fútbol es velocidad, y Spencer era un rayo.

Enner Valencia, actual goleador de la selección de Ecuador. Foto: Archivo

¿Con qué delantero de la actualidad puede comparar a Spencer?

Yo no he visto a nadie como Spencer. Además, el de su época era un fútbol mucho más difícil, porque se golpeaba al rival. Era un fútbol violento. Yo tengo una anécdota. Vi a Spencer en su primer partido. Tuve la fortuna de verlo en su estreno, contra Atlanta (marzo de 1960), un equipo de Buenos Aires que tenía a Carlos Timoteo Griguol, Luis Artime, al uruguayo Walter Roque, a Oswaldo Zubeldía, entre otros. Peñarol ganó por 5-2 ese amistoso con tres goles de Spencer, en el estadio Centenario. Spencer era un fenómeno, pero los jugadores de Atlanta lo golpearon mucho. En esa época se pegaba muchísimo. Los árbitros se hacían de la vista gorda y tampoco había VAR, como ahora. (D)