Enfrentado a una ola de reacciones hostiles a su proyecto de Copa del Mundo cada dos años, la FIFA consultará este jueves a sus 211 federaciones, con la esperanza de contar con su apoyo frente al fútbol europeo.

Oficialmente se trata de un primer intercambio “en torno a los calendarios internacionales femenino y masculino” más allá de 2024, para los que el organismo rector del fútbol mundial asegura que todos los escenarios están abiertos.

Pero, desde hace algunas semanas, la FIFA aboga activamente por la idea de un Mundial bienal, más que cada cuatro años, soñado desde 1999 por su antiguo presidente Sepp Blatter y relanzado en marzo por su director de desarrollo, el francés Arsène Wenger.

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El tema, inflamable dada su influencia en todos los equilibrios deportivos y económicos - entre clubes, selecciones, ligas y competiciones internacionales - ha suscitado una ola de críticas del fútbol europeo, pero también de representantes de campeonatos de todo el mundo, jugadores y aficionados.

“Leyendas” al rescate

Arsène Wenger aboga por una fase final cada año, alternando Mundial y torneos continentales como la Eurocopa o Copa América, y agrupando los clasificatorios en el mes de octubre, o en octubre y marzo.

En un sistema en la que cada federación dispone de una voz en el seno del Congreso de la FIFA, sin importar su tamaño, la perspectiva de mayores ingresos puede seducir a votantes africanos, asiáticos u oceánicos, que sacan del maná del Mundial gran parte de sus recursos.

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Pero la FIFA también ha sabido moverse en otros ámbitos: primero convocando en Doha a una serie de antiguos jugadores y entrenadores, leyendas remuneradas como embajadores, para elogiar con una sola voz este proyecto.

El organismo mundial también desveló a mediados de septiembre un estudio en línea con respuestas de 15.000 personas “con interés en el fútbol”, mostrando una ligera mayoría (55%) favorable a un Mundial más frecuente que su actual ritmo cuatrienal.

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Frente de oposición

Frente a esta constelación favorable a la FIFA, se ha formado en unas semanas un frente opuesto liderado por las confederaciones europea y sudamericana, UEFA y Conmebol, así como por representantes de ligas mundiales y clubes europeos.

Todos denunciaron la ausencia de una concertación real, ya que un Mundial cada dos años trastocaría su propio calendario, obligando a los clubes a liberar a sus internacionales todavía más tiempo que ahora.

Además de la salud “física y mental” de los jugadores, ya puesta a prueba con la concatenación de competiciones, alegaron también la competencia a los torneos femenino y juveniles, que perderían en visibilidad y en recursos.

Por último, la mayoría estimaron que el atractivo del Mundial es precisamente su poca frecuencia, y que tener uno cada dos años “diluiría” su valor en lugar de aumentar los ingresos del fútbol mundial, y por ende, su capacidad de redistribución.

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Varias decenas de asociaciones nacionales de aficionados, de Argentina a Indonesia, pasando por Mali y toda Europa, también subrayaron la dificultad material de acudir a una competición grande cada año.

¿Batalla jurídica?

Con las líneas de frente establecidas, nadie sabe cómo la FIFA tomará en cuenta estas oposiciones: su presidente Gianni Infantino quiere una decisión antes de fin de año y podría conformarse con una votación de sus federaciones.

Además, la poderosa Asociación Europea de Clubes (ECA) exigió la semana pasada “negociaciones detalladas” con la FIFA y una “aprobación conjunta de calendario internacional”, reivindicando así un derecho de veto.

La asociación, presidida por el presidente del PSG, Nasser Al-Khelaifi, se refirió por ahora al acuerdo que rige las relaciones con la FIFA y que debe renegociarse para el periodo posterior a 2024.

Junto a esta convención, los 247 clubes representados por la ECA disponen cada uno de un medio de presión: son los empleadores de la mayor parte de los internacionales que juegan las grandes fases finales, y pueden recurrir a la justicia la obligación de ponerlos a disposición. (D).