Cinco ascensiones, casi 200 kilómetros, 4.800 metros de desnivel positivo y una llegada en la cima de un puerto de categoría especial: el Tour se despide de los Pirineos con una propuesta de las de antes, un maratón en las cumbres.

Entre Loudenvielle y el Plateau de Beille el pelotón de la ronda gala encuentra todos los ingredientes necesarios para que los organismos alcancen sus límites, para que la carrera explosione en mil pedazos sin muchas opciones de control.

La jornada, fiesta nacional en Francia, puede dividirse entre una escapada que puede perseguir la victoria de etapa y la guerra de los favoritos para la general, pero en ambos casos, el perfil de la jornada hace muy imprevisible atisbar el resultado.

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Desde la salida en Loudenvielle, la pendiente apunta a la cumbre de Peyresourde, sin tiempo para que las piernas se aclimaten a la brega.

Sus 6,9 kilómetros al 7,8 % de desnivel desembocan en una caída que lleva al pelotón directamente al Col de Menté, 9,3 kilómetros al 9,1 %, antesala del Portet d’Aspet y sus 4,3 kilómetros al 9,6 %.

Ahí terminará la primera parte de la jornada, que desemboca en un tramo de transición de unos 60 kilómetros que conducen al desenlace final, con dos terroríficos ascensos.

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Primero el Col d’Agnes y sus exigentes 10 kilómetros al 8,2 %, que sin apenas reposo llevan al Port de Lers, que no han catalogado para el premio de la montaña.

La vertiginosa bajada lleva al pelotón directo al Cabannes, donde la carretera vuelve a empinarse, esta vez de forma definitiva hasta la meta en el Plateau de Beille.

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Sin reposo, sus 15,8 kilómetros son un calvario para las piernas, con rampas por encima del 10 %, aunque de media tiene un 7,9 %, una prueba para las piernas que llegarán hasta ese desenlace ya muy fatigadas por la dura jornada. (D)

Recorrido de la 15.ª etapa del Tour de Francia 2024, que será entre Loudenvielle y el Plateau de Beille. Foto: Tomada de www.letour.fr