Los musulmanes de todo el mundo comenzaron este viernes el mes de ayuno y oración de Ramadán en plena pandemia del nuevo coronavirus, lo cual les privará de las reuniones de familia y de las oraciones en las mezquitas, aunque hay países que decidieron no aplicar estas medidas.

Este año, el Ramadán será particularmente difícil y triste para muchos fieles en Asia, Medio Oriente y África del Norte.

A causa de la pandemia se han impuesto reglas generalizadas que obligan a las mezquitas a cerrar sus puertas. Al caer la noche, el iftar, la ruptura del ayuno con una comida festiva y familiar, también deberá celebrarse de forma mucho más íntima y menos alegre.

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El rey Salmán de Arabia Saudita, país que alberga los dos lugares más santos del islam, dijo sentirse afligido por la ausencia de oraciones colectivas, sin embargo insistió en la “protección de la vida y la salud de los pueblos”.

Las medidas de confinamientos son estrictas en el reino, donde las oraciones en las mezquitas se suspendieron y se impuso un toque de queda en la mayoría de las regiones.

Aunque sí se permiten en la Gran Mezquita en La Meca, donde un número restringido de fieles, rodeados por las fuerzas de seguridad, acudieron a la oración del viernes.

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Normalmente a rebosar, la explanada de la Kaaba, la estructura cúbica situada en el centro de la Gran Mezquita y a la que se dirigen los musulmanes durante la oración, estaba desierta.

El confinamiento afecta en especial a los más desfavorecidos, dejándolos sin la caridad de las mezquitas y asociaciones.

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“Las mezquitas están cerradas y quienes normalmente nos ayudan también están atravesando dificultades”, lamenta Salah Jibril, un desempleado palestino de Gaza.

‘Muy diferente’

El mes de ramadán, uno de los cinco pilares del islam, comenzó ayer en la mayoría de países musulmanes, y lo hará hoy en Irán, Marruecos, así como para los chiitas de Irak y Líbano.

En Irak, aunque las medidas de confinamiento son más laxas durante el día, los iraquíes no podrán compartir el 'iftar' con sus seres queridos. El viernes, el mausoleo de Abdelqader al Gelani, uno de los mayores lugares santos sunitas de Irak, permanecía cerrado, como la mayoría de las mezquitas. Varios países de Oriente Medio han impuesto toques de queda nocturnos.

En Indonesia, el mayor país musulmán del mundo, donde el Ramadán genera un entusiasmo generalizado, las organizaciones religiosas han pedido a los fieles que se queden en sus casas.

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"Este Ramadán es muy diferente, básicamente porque no es festivo", resumía Fitria Famela, un ama de casa indonesia. "Me siento decepcionada por no poder ir a la mezquita, pero ¿qué podemos hacer?", apuntó.

Sin embargo, algunos líderes religiosos en Asia -donde viven casi 1.000 millones de musulmanes- se han negado a adoptar las reglas que pueden evitar la propagación del nuevo coronavirus.

Es el caso de la principal organización islámica en la conservadora provincia indonesia de Aceh. Varios miles de fieles asistieron a las oraciones vespertinas el jueves en la mezquita más grande de la capital de la región, Banda Aceh.

"No estoy preocupado porque estoy usando una mascarilla y mantengo mi distancia", dijo Cut Fitrah Riskiah, uno de los participantes.

En Bangladés las autoridades religiosas han hecho oídos sordos a las recomendaciones de las autoridades que instan a limitar el número de fieles en las mezquitas. Y en Pakistán los templos estaban abarrotados en vísperas del Ramadán.

'Prueba enviada por Alá'

En el otro lado de la moneda, Mohamad Shukri Mohamad, la principal autoridad islámica en el conservador estado malasio de Kelantan, decidió dejar de lado las oraciones públicas y las comidas familiares, aunque esto signifique en su caso no ver a sus seis hijos y 18 nietos. "Esta es la primera vez en mi vida que no puedo ir a la mezquita. Pero debemos aceptarlo y obedecer las reglas de distanciamiento social para proteger nuestras vidas", declaró.

En Rusia, los fieles deberán rezar sin ir a la mezquita. Este año, las tiendas habitualmente instaladas por la noche con agua y comida estarán ausentes.

El jefe del Consejo de los muftís de Rusia, Ravil Gainutdine, pidió que se acepten estas condiciones durante el Ramadán como una "prueba enviada por Alá".

Las autoridades religiosas de tres países de Asia central, que registraron casos de coronavirus en sus territorios -Kirguistán, Kazajistán y Uzbekistán-, prohibieron las celebraciones y las reuniones en familia.

Las autoridades laicas de Tayikistán, donde no hay casos de coronavirus, instaron por su parte a los fieles a no ayunar para no volverse vulnerables a las "enfermedades infecciosas". En la capital Dusambé, los habitantes se estrechan la mano y abrazan por el Ramadán, aunque hay más personas con mascarillas que de costumbre. (I)