“Tal vez empezó con pequeñas señales, fue como una sensación que venía creciendo en silencio. Hasta que un día la pregunta apareció en tu mente: ¿Ya no siento lo mismo?, ¿Debo decirlo o callarlo?“.
El psicólogo Mario Guerra cita estudios sobre conductas humanas que señalan que el amor está compuesto por la teoría triangular del amor: La pasión, la intimidad y el compromiso.
“Y cuando uno de estos tres pilares se debilita comenzamos a sentir que no está bien, es como una mesa de tres patas, si una de las tres fallas todo se vuelve inestable”.
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La falta de novedad
“A veces el amor no termina con una explosión, si no con un susurro”, recalca. “Es más como una vela que se va consumiendo lentamente, afectada por la falta de novedad, la monotonía y esas pequeñas heridas emocionales que nunca se hablaron del todo”.
La neurociencia indica que el “amor romántico activa en nuestro cerebro las mismas áreas que se encienden cuando recibimos una recompensa, con el tiempo si no hay nuevos estímulos que mantengan viva esa chispa estos circuitos pueden volverse menos activos, es decir la misma cantidad de estímulo deja de tener la misma respuesta”.
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Lo cierto es que “no siempre hay un culpable, una infidelidad, una traición o un error grave, en ocasiones es más bien la suma de pequeños momentos: conversaciones que no tuvimos, abrazos que no dimos”.
“No necesitas ser infeliz para terminar, muchas personas se quedan atrapadas en relaciones porque no tienen suficiente razones para irse, pero el desamor no necesita justificarse con dolor o drama”. (I)
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