Es 10 de septiembre de 1946 y durante un viaje a Darjeeling, una ciudad de la India, para realizar su retiro anual, la madre Teresa de Calcuta recibió lo que ella llamó y declaró en entrevistas posteriores como “la llamada dentro de la llamada”.

En respuesta a ese llamado, el 17 de agosto de 1948 se vistió por primera vez con el sari blanco orlado de azul y salió del convento de Loreto en Espartinas, Sevilla, España, para realizar acciones de asistencia social en los barrios marginales de la India.

Agnes Gonxha Bojaxhia (su nombre real) nació el 26 de agosto de 1910 en Skopje, la actual Macedonia, e hizo la primera comunión cuando tenía cinco años y medio.

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Calcuta recorrió los barrios paupérrimos, visitó familias, lavó las heridas de los niños y ayudó a los olvidados. Todos los días recibía la eucaristía y salía de su casa con el rosario en la mano. Meses después se le unieron algunas de sus antiguas pupilas, según documentó ACI Prensa.

En ese mismo periodo fundó una congregación religiosa, que más tarde se convertiría en Las Misioneras de la Caridad, dedicada al servicio de los más pobres entre los pobres, volviéndose oficial en 1950.

“De sangre soy albanesa. De ciudadanía, india. En lo referente a la fe, soy una monja católica”, solía decir santa Teresa de Calcuta. “Por mi vocación, pertenezco al mundo. En lo que se refiere a mi corazón, pertenezco totalmente al corazón de Jesús”.

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En 1979 se le otorgó el Premio Nobel de la Paz y desde ese momento fue el centro de atención de los medios de comunicación, quienes siguieron atentamente sus obras.

En 2003 san Juan Pablo II, durante la misa de beatificación, dijo de ella: “Veneremos a esta pequeña mujer enamorada de Dios... e infatigable bienhechora de la humanidad”. (I)

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