Alrededor de una mesa de madera, un grupo de vecinos se reunieron para compartir un juego de cartas en el parque de ingreso al barrio Ángel Duarte de La Aurora, en el cantón Daule. En ese sitio se percibía calma entre los congregados mientras a pocos metros, en la av. León Febres-Cordero, el tránsito era incesante.

En ese parque, que se ubica en la entrada al barrio, había otros vecinos que ponían pausa a su jornada mientras conversaban en bancas y otro grupo de niños se distraían en una resbaladera y columpios que aún se mantienen operativos.

El barrio Ángel Duarte, perteneciente a Daule, se ubica en medio de los avances urbanísticos de La Aurora y también del vecino cantón de Samborondón. Algunos de sus habitantes son parte de la mano de obra u oficios que giran en torno a estos proyectos.

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Entre los vecinos, Óscar Barahona, morador del barrio durante sus 65 años de edad, pone pausa al juego para exponer con emoción los recuerdos del sector.

Cuando llegó al sector con sus padres había casas dispersas que se fueron asentando a punta de caña y madera al filo del estero El Batán, y con el paso de los años se fueron agrupando en la actual zona del barrio, que -según vecinos- fue parte de una donación de Ángel Duarte, contó.

En el río Daule, este hombre recordó que se movilizaba para tomar agua que les sirviera para sus necesidades básicas. Ahora, los tiempos han ido variando con dotación de agua por tubería, calles formadas de adoquines y aceras.

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Inicialmente, él tenía una casa en un cerro con siembra de maíz, y ahora habita en una de cemento en la zona donde se agruparon las viviendas. Actualmente, él tiene tres generaciones en ese sector, sus tres hijos y, a su vez, nietos que habitan en la zona y conviven con las otras familias que son conocidas por ellos.

“Tanta gente que viene aquí, a veces no se quieren ir, es el único punto donde no ha habido nada (de violencia). Todos aquí se conocen, aquí es bueno, gracias a Dios”, comentó.

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También otro vecino, Johnny Alvarado, quien lleva 53 años en la zona y no pudo culminar sus estudios colegiales, es parte de una de las familias más grandes de la zona. Él expuso que desde sus abuelos se asentaron en la zona y ahora se mantienen 12 de sus 16 de sus hermanos y la descendencia de ellos hasta nietos.

“Cuando nací aquí mis papás salían en canoa por el estero (El Batán) hacia Guayaquil y de ahí como era pequeño nunca me llevaban; aquí cuando tenía unos 6 años construyeron la carretera que salía a La Puntilla. Aquí era puro monte y ganadería, de ahí poco a poco fue cambiando”, recordó.

Además, recordó que en la zona pasaba un carro cada veinte minutos para ir a Samborondón y Salitre y no había puente en el estero El Batán para ir a La Puntilla. Ahora, el tráfico es incesante incluso con congestionamiento en determinadas horas.

Él ratificó que entre los vecinos se conocen y se consideran como una “gran familia”. Señaló varias viviendas para exponer los apellidos de sus vecinos conocidos, como los Yulán y Mora.

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Parque de barrio Ángel Duarte, que limita La Aurora con Samborondón. Foto: José Beltrán

En medio de la calma del sector, entre moradores expusieron que conforme avanzan los proyectos en la zona se mantienen necesidades para el barrio.

Barahona mencionó que piden mantenimiento del propio parque, que evidencia deterioro de jardines y basura en varios espacios, así como algunos juegos deteriorados.

El jueves anterior, un morador se encargaba de regar las plantas. Barahona dijo que el camión de recolección pasa unas dos veces por semana en promedio, sin embargo consideran que la presencia de aseo debe ser más seguida. “No tenemos un barrendero, lo primero, a veces la misma gente se organiza”, dijo el vecino.

Además, Barahona pidió la construcción de un puente peatonal por los riesgos que implica cruzar la vía. El paso más cercano se ubica al cruzar el estero El Batán, en el km 10 de la av. Samborondón, en el vecino cantón.

Para cruzar del barrio hacia Samborondón y tomar un paso peatonal que está del lado de La Puntilla deben cruzar un tramo de tierra que no tiene pasamanos a la altura del estero El Batán, y aquello se convierte en un riesgo. Otros optan por correr y sortear el tráfico para ir al otro lado de la carretera.

“Esta salida es colosal, muy complicado, quisiéramos que construyan un puente, gente mayor de edad no tiene fuerza para caminar al puente que está del lado de Samborondón”, lamentó Barahona.

Otros pedidos

Entre sus requerimientos, Alvarado también declaró que se debe dar mayor atención a las necesidades de alcantarillado por posibles taponamientos que generan malos olores.

Por su parte, Barahona sugirió que los habitantes requieren un centro de salud básica, puesto que en caso de enfermedades deben acudir hacia los Bomberos de Samborondón e incluso movilizarse hacia la cabecera cantonal.

“Lo pedimos a gritos, para buscar atención tenemos que salir a Buijo, Samborondón, Pascuales, La Aurora”, dijo Barahona, al exponer que deben moverse grandes distancias en búsqueda de medicamentos y atención básica.

Entre vecinos comentaron que las obras del parque, las vías interiores adoquinadas, dotación de agua potable, se constituyeron hace unos seis a ochos años, en anteriores administraciones. Por ahora esperan la atención a estas necesidades.

Entre los vecinos coincidieron en que no han tenido acercamientos con promotores urbanísticos, pese a que algunos proyectos se anuncian en sus alrededores. Ellos quieren permanecer allí.

Al cruzar el estero, moradores corren riesgos por falta de pasamanos. Sobre un costado, años atrás, el cabildo construyó un malecón. Foto: José Beltrán

“¿Quién le va a querer vender si ya tengo mi generación?, sería ignorante para vender y dejar sin nada a mis hijos; la gente friega, pero nadie pelea”, comentó el hombre.

Hace unos años, en la zona del estero El Batán, el cabildo construyó también un malecón lineal, canchas, áreas verdes y camineras, para mejorar la calidad de vida de la comunidad. Sobre ese costado se instaló una empresa que ofrece bicicletas. (I)