Lili, de 10 años, se acerca recelosa a uno de los vehículos en la intersección de las avenidas Isidro Ayora y Américas, en el norte de Guayaquil. Ella hace de la mano y se arrima al vidrio para lograr ver al conductor y pedir dinero. Apenas se baja el vidrio dice: ‘Soy Lili’, con una sonrisa y ojos de inocencia.