Al igual que una mariposa cuando se sostiene en la rama de un árbol y aletea, así Elaine Silva se suspende entrelazada a una tela que está unos 7 metros de altura para hacer figuras con el cuerpo. Con fuerza se impulsa para ponerse de cabeza, para abrir las piernas y brazos de manera estilizada o para hacer piruetas o para simplemente girar.

Los más de diez años practicando esta disciplina, que antes se solía ver solo en el circo, le han permitido tener la seguridad para esbozar una sonrisa aún durante movimientos que resultan complejos.

Gabriela Labra se ‘enamoró’ del hula-hula en Chile y ahora busca crear una comunidad para practicar este arte en Guayaquil

Elaine le llama telas, pero también se la cataloga como danza aérea o acrobacia aérea. El primer acercamiento que tuvo a este arte fue en una academia en Samborondón en el 2012, allí llegó como acompañante de una prima; sin embargo, esto solo fue el comienzo para su afición.

Publicidad

Empezó practicando durante sus clases, esporádicamente tenía presentaciones que elevaban su aprendizaje.

Tres años después, con un poco más de seguridad, en 2015 decidió impartir lo complejo, pero a la vez liberador que tiene esta expresión artística. Cuando se inclinó totalmente hacia este oficio dejó su trabajo de oficina que realizaba en un centro de idiomas de la ciudad.

En su casa instaló una estructura en la que cuelga el trapecio (hecho de cuerdas de algodón trenzado y barra de acero) o la tela para practicar y enseñar a niños y adultos. Su sobrina, de 7 años, se ha convertido en una de sus pupilas más jóvenes.

Publicidad

La práctica también la adiestró en la enseñanza incluso de los nudos para que las principiantes se sostengan y hagan sus movimientos básicos.

Para Elaine, si bien la conexión con las acrobacias en el aire la fortaleció en su adultez, desde niña se decantó por este tipo de arte. Ella recuerda quedarse asombrada por la habilidad de las gimnastas durante los Juegos Olímpicos que veía por televisión. En su casa corría a tratar de replicar esos movimientos con lo que tenía a su alcance.

Publicidad

Ahora, casi 30 años después, tomó esa afición de niña y la convirtió en su trabajo a tiempo completo, ya que no solo imparte clases privadas y talleres al público en zonas del centro de Guayaquil, sino también enseña a niños y jóvenes en Sport Akademie, que forma parte del Colegio Alemán Humboldt Samborondón.

Elaine Silva (arriba a la izquierda) junto a Las Ludikas, grupo que practica artes circenses. Foto: Cortesía

A pesar de que ahora se dedica completamente a la danza aérea, este no fue su primer encuentro con el arte. Su entorno siempre estuvo rodeado de músicos. Su linaje viene de la familia Silva de donde saltan nombres reconocidos como Lucho Silva y Medardo Silva, quien es su papá. Por ello también cursó estudios en producción musical.

Para Silva, de 36 años, dedicarse a algo que tiene que ver con el arte o con disciplinas físicas en la ciudad es complicado. Las personas si bien valoran las presentaciones, desmerecen el trabajo que hay detrás de las cortinas. Es decir, las horas de práctica, las lesiones y la coordinación de locaciones y los atuendos a usar.

En los diez años que lleva practicando las artes aéreas se ha lesionado manos, brazos, costillas, clavículas y varias partes del tren superior del cuerpo, que es el que ejerce más presión durante los movimientos. Sin embargo, esto no ha frenado que continúe dentro de este oficio que, como ella lo cataloga, le permite sentir lo más cercano a volar.

Publicidad

El grafiti tiene rostro de mujer en Guayaquil: Ámber Arias y Melanie Padilla llenan de color las paredes grises

Ante la falta de espacios para exponer lo que se hace en acrobacias aéreas y otras expresiones, Elaine se unió a otras artistas para crear a Las Ludikas, un grupo multidisciplinario que se toma espacios abiertos como la calle Panamá para realizar talleres y presentaciones. Este grupo tiene exponentes del hula-hula, expresión corporal y danza aérea.

Para Silva es necesario que existan espacios en donde este tipo de expresiones circenses estén más cerca de la comunidad y que así estas disciplinas estén más al alcance de personas de toda edad. En el caso de la danza aérea, tener un sitio en donde se puedan colgar las telas y exista una estructura firme que permita suspender el cuerpo.

“La esencia de lo circense es cautivar por lo que se ve, creer que hay un poco de fantasía”, afirma Elaine, quien manifiesta que aunque puede ser desafiante este tipo de arte es gratificante, ya que permite tener libertad de movimiento y mucho control de la mente. (I)