Ingresar a la iglesia de San Agustín ha implicado en los últimos 30 años mirar hacia el piso para detectar en qué partes están los desniveles.

Al mirar el templo, ubicado en las calles Luis Urdaneta y Pedro Moncayo, se creería que no existe mayor afectación ya que la estructura y forma arquitectónica se mantienen pese a que la construcción tiene más de 100 años.

La actual edificación fue inaugurada el 4 de julio de 1926, aunque el templo ha funcionado desde el siglo XVIII. En la parte superior de la iglesia se impone una figura del patrono San Agustín.

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Iglesia La Victoria, en el centro de Guayaquil, a la espera de una intervención integral en la infraestructura

Sin embargo, con el pasar de los años el daño interno es visible. Un asentamiento en ciertas partes del predio ha derivado en una diferencia de al menos 27 centímetros con el nivel del piso original. Tal desnivel se observa desde el ingreso, por la calle Luis Urdaneta.

El hundimiento mayor se refleja hacia las columnas que están cerca del altar mayor, justamente en el centro se ha formado una especie de punta. Esto ha provocado que feligreses que acuden a diario, en ciertos casos, pierdan el equilibrio y caigan.

Los adultos mayores han sido los más afectados, asimismo se ha complicado la circulación para aquellos que usan sillas de ruedas o andadores. El templo posee tres naves: dos laterales y una principal, el asentamiento se palpa más sobre las naves laterales.

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Si se camina hacia las columnas hay una especie de caída y si se observa sobre las bases de dichas estructuras también hay aberturas y fisuras. Pese a ello, esto no implica que se ponga en peligro la infraestructura total del templo.

La iglesia San Agustín está ubicada en Luis Urdaneta y Pedro Moncayo. Foto: José Beltrán

La última intervención integral, señala el párroco Carlos Urbina, habría sido hace unos 30 años. Desde allí se han incrementado los daños en zonas de la cubierta e incluso de la cornisa, desde donde se han desprendido pedazos.

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Dentro de la iglesia se realiza una inspección de manera periódica del asentamiento que se registra, ya que no es un tema de hace pocos meses, pero sí preocupa a la comunidad.

De hecho, en esa búsqueda de soluciones se realizaron unas pequeñas perforaciones dentro del templo para analizar las razones del hundimiento.

Esto también servirá para determinar los costos que implicarían los trabajos para solucionar dicho inconveniente y para estudiar si es factible la instalación de cámaras de aireación que permitan mermar la humedad que existe.

El piso registra ciertas separaciones dentro del templo. Foto: José Beltrán

“Eso determinaría (el estudio) si debajo del piso hay huecos. Determinaría si es que se va a seguir hundiendo y puede haber peligro. Si se descarta eso, entonces habría que trabajar en lo otro que también es urgente, la humedad y el ingreso de agua cuando llueve”, manifiesta el párroco.

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El Instituto Nacional de Patrimonio Cultural asegura que se requiere un estudio de suelo ya que se evidencian asentamientos de la cimentación, que generan inestabilidad en toda la edificación. Esto sería debido a que históricamente el centro de la ciudad de Guayaquil se asentó en terrenos fangosos.

La entidad afirma que esto no se requiere solo en esta iglesia, sino en otras de la ciudad.

Estos estudios le corresponderían al Municipio de Guayaquil ya que desde 2017 se traspasaron las competencias y desde allí, sobre cada cabildo recae la gestión de conservación de su patrimonio, afirma la entidad.

Las paredes del templo también, poco a poco, se han ido deteriorando por la presencia de humedad.

La humedad ha cuarteado la pintura de las bancas y la parte de metal acumula óxido y moho. Dentro de la iglesia hay imágenes de altorrelieve elaboradas en mármol y otras talladas en madera.

En la zona de las bancas, a los costados, hay paredes cuarteadas y pintura inflada, sobre todo en los primeros 50 centímetros medidos desde el piso.

Esta problemática, asegura el padre Urbina, se tiene desde hace más de diez años por las constantes inundaciones en el sector. La iglesia está debajo del nivel de la calle, por lo que, cuando se registran precipitaciones fuertes en la ciudad, el agua ingresa y se queda empozada en la zona donde se imparten las misas.

“Aquí se ha visto flotar las bancas y el agua es difícil que desfogue. La calle, prácticamente, no tiene vereda y está al nivel de la iglesia, por eso el agua entra como una cascadita. Con el agua dentro y el paso de los buses, aquí se hacen hasta olas”, describe el sacerdote.

La acumulación de agua y la humedad durante cada invierno también ha generado daños en el piso y en zonas que tienen moldura de madera.

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Una de las soluciones que se han analizado desde la comunidad de San Agustín es levantar el nivel de la iglesia, es decir, el piso.

También, que desde el Municipio se encuentre una manera de desfogar las aguas del templo hacia la calle.

Una persona, de hecho, donó porcelanato para que se levante el piso y se lo renueve para evitar las inundaciones.

Sin embargo, estos trabajos no han podido ejecutarse ya que se requiere de la aprobación tanto del Municipio como del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural. Se les ha mencionado que, al ser un bien patrimonial, se debe preservar el porcelanato actual.

“Lo que buscamos es que se nos ayude para que la iglesia no se deteriore, no se dañe más”, puntualiza Urbina, quien espera que se agilicen los estudios y desde el Municipio también se trabaje en una solución para evitar las inundaciones en la zona que afectan al templo. (I)