Cuando recuerda la primera vez que fue amenazada su voz se quiebra. Era apenas la segunda semana en el recinto en el que obtuvo la plaza para realizar su año de rural en Quevedo.

La guayaquileña, aunque recibió indicaciones -y las aplicó- sobre cómo debía manejarse en el lugar por la peligrosidad, no pudo escapar de las llamadas extorsivas por parte de sujetos desconocidos. Empezó con una llamada al día que optó por bloquear y no darle importancia. Sin embargo, luego de una semana, ya no solo recibía estas llamadas también sino fotografías de ella caminando hacia el centro de salud.

Balean a médico que iba a centro de salud en El Empalme

Según la joven, las llamadas empezaron luego que haya usado su teléfono para llamar a personas para vacunación.

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“Ahí me di cuenta de que no era algo de lo que iba a poder escaparme tan rápido, la persona o las personas que me hostigan saben las rutas que tomo -que no son muchas-, saben por dónde camino, así que opté por notificar y denunciar”, contó la joven médica guayaquileña.

Las fotografías, relata, llegaban con mensajes amenazantes en los que se detallaban datos personales e incluso fotos de su círculo familiar.

Ante amenazas en las que le solicitaban un valor de $ 100 semanales para brindarle ‘seguridad’ a ella y a su familia que vive en el sur de Guayaquil, optó por cambiar de número y arrendar un cuarto alejado en otro recinto.

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“Voy a cumplir casi tres meses en un sitio en el que no me siento segura, no tengo ninguna facilidad para el cambio y me aterra dejar todo ahí porque sería retroceder en todos los años de estudios logrados, pero tengo miedo de que me hagan algo o me maten”, cita.

Ella tiene 33 años y los últimos siete los ha dedicado a sus estudios de Medicina. Su aspiración es especializarse en Chile como médico internista.

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Así como ella, otro joven que cumple su año de rural en San Clemente se encuentra en una situación con similar complejidad. Él relata que por “ingenuidad”, cuando recién empezó su periodo en ese sitio de Manabí, contestó las primeras llamadas que recibió de números desconocidos.

“Fui lo suficientemente ingenuo como para contestar al principio. Eventualmente (las llamadas) se volvieron cada vez más específicas. Hablaban de mis datos personales, mi residencia, cómo me movilizo, la placa de mi auto y demás. Hasta que me empezaron a hablar de mi familia”, cuenta.

Hasta este mes, las llamadas y actos intimidatorios no han cesado. Esto a pesar de que ha notificado hechos que le han ocurrido de camino al centro de salud o al regreso a casa.

“La zona acá no pinta nada bien. Ha habido muchas extorsiones donde yo estoy haciendo la rural. Han dinamitado locales y hemos sido perseguidos por motorizados, por camionetas polarizadas, sin placas. En realidad se ha vuelto una situación inmanejable”, cuenta el joven médico.

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Nervioso, asegura que ya ha colocado denuncias en la Fiscalía porque siente que la situación que vive cada vez se vuelve más insostenible.

En una ocasión, sujetos intentaron detener la marcha del vehículo en el que se movilizaba en la vía Bahía-San Clemente, a la altura del sector Las Coronas, lanzándole miguelitos (un pequeño artículo metálico formado por cuatro o más púas metálicas afiladas).

“Me lanzaron los ‘miguelitos’ en un sector supremamente rojo en este momento, incluso me dispararon por una ocasión. No salí herido, nuevamente gracias a Dios, porque estaba acompañado de una persona que conoce la zona y alcanzamos a meternos a una finca”, relata el médico.

Según el joven, el distrito al que pertenece el centro de salud en el que labora ha intentado calmarlo a él y a otras personas que se encuentran en un escenario parecido.

“Nos han dicho que nos proponen un cambio de plaza dentro del distrito, pero es un poco incierto porque en realidad los cambios que proponen son a zonas que están igual o más rojas en peligro. Entonces, honestamente, se vuelve una situación inmanejable”, señala.

Médicos de Guayas anuncian protesta de brazos caídos si no hay seguridad para quienes están haciendo la rural

Médicos rurales en zonas rurales de Quevedo, Pedro Carbo, Manabí e incluso Guayas indicaron a este Diario que al menos en una ocasión se han visto inmersos en casos de extorsión o asalto a mano armada de camino a su trabajo.

Varios de ellos ven como posibilidad abandonar la plaza de rural que se les asignó por su seguridad y la de su familia. Una de ellas es una duraneña que labora en un subcentro en el cantón Pedro Carbo.

Desde finales de febrero empezó a notar que en el parabrisas de su vehículo le dejaron panfletos en los que se detallaba un número telefónico, un número de cuenta y el valor que debía depositar diario.

“Primero me llamaban, luego llegó un día a una persona a preguntar por mí, pero yo ese día había salido en brigada. Luego de unos tres días vi que me habían dejado un papel con mi nombre y diciéndome cuánto dinero debía depositar. Como no presté atención en los primeros días, me empezaron a mandar una foto del papel a mi WhatsApp, pero ahí me decían que si no depositaba en un determinado tiempo iban a hacerme daño”, relata.

Con temor, luego de recibir las amenazas, empezó a movilizarse con un compañero, pero a él también empezaron a extorsionarlo y abandonó.

“Mis papás dijeron que no se sentirían decepcionados si decido regresarme y priorizar mi vida, pero yo sí quiero cumplir mi rural. Yo lo único que quiero es que todo esto acabe. Jamás estuve involucrada en nada que no sea mis estudios y ahora vivo esto. Cada vez es más difícil sentirse seguro”, dice.

Otros médicos cuentan que en los sitios que laboran, por ejemplo, en Zapotal Nuevo, en Los Ríos, se les informó que hasta cierta hora pueden salir de casa por las ‘matanzas’.

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“Tenemos que estar a las 20:00 o a las 21:00 porque es muy peligroso. Un compañero, en la inducción que tuvimos la primera semana de enero, había salido a una tienda a comprar algo y en una balacera le cayó un disparo en una pierna. No volvió”, relató una joven.

Como medidas de seguridad, relatan los médicos rurales, han optado por movilizarse en grupo y avanzar solo hasta ciertos puntos, sin celulares o usando algunos sencillos para notificar a familiares o amigos a los sitios que se mueven.

En los buses, de camino a los centros de salud, han sido asaltados y golpeados. Asimismo, otros han sido amenazados cuando visitan lugares alejados para completar las fichas familiares que les solicitan.

“La vocación existe, lo que no hay es seguridad y eso cada vez nos aísla del sueño de crecer y culminar todo lo que hemos estudiado por años”, dijo una joven guayaquileña. (I)